sábado, 8 de diciembre de 2012


¿Macroeconomía de la descoordinación o una macroeconomía descoordinada ex ante?


Iniciado el último mes del año, la economía argentina parecería estar bajo un complejo entramado de elementos endógenos y exógenos que promueven gran incertidumbre acerca del futuro inmediato.

Esto se hizo evidente hacia principios del último trimestre donde se avizoraron dos grandes hechos a los que los podríamos postular de naturaleza endógena y, en otro orden, exógenos. Si bien ambos no son antitéticos, a los fines expositivos es deseable guardar un criterio de separabilidad, obviamente siempre y cuando sea posible.

No caben dudas que una vez puestos en escena, estos factores parecen amalgamarse para, posteriormente, potenciarse y converger en una realidad que en muchas oportunidades, a los ojos de la lógica que podemos tener cada uno de nosotros, parecería irreal y, hasta a veces, fantástica. La motivación parecería ser encontrar el o los elementos que permiten la conformación de ese entramado generador de incertidumbre. Por otro lado, si la realidad es inesperadamente incierta, se obtendría ineludiblemente cierta disconformidad en la cuestión social. En este sentido, no sería de extrañar que el tedio mismo de ciertos sectores de la sociedad accione en el espacio público, en el reclamo como principal subyacente de esa posición acomodada desde ese sentimiento de disconformidad.

Adicionalmente, desde aquí planteamos que el relato puede construir realidades disimiles pero, en algún sentido, hermanas en su creación. La búsqueda constante de una verdad que se argumenta principalmente desde una retorica, muchas veces poco abarcativo, termina replicando hechos que forman una antítesis de ese relato. En esa antítesis es que encontramos una descoordinación de la realidad, un mundo desvirtuado, un sinfín de dinámicas no esperadas. He aquí la pregunta que titula este artículo.                  

Es en este contexto donde la pregunta merece al menos la identificación de esos factores acumulativos, donde el encuentro no es una mera casualidad sino una causalidad no determinante y marginalmente expeditiva, pues hace pocos meses grupos de personas se juntaban, citados a través de las redes sociales, en distintos puntos del país. El objetivo era reclamar lo que, según sus visiones, eran temas fundamentales a resolver, entre ellos estaban las restricciones cambiarias, la inseguridad y la inflación.         

Sin dudas, algunos de los temas que se mencionaban siguen siendo muy importantes para la sociedad en su conjunto. Por una parte, la dinámica inflacionaria, la cual ya ha conformado un régimen de alta inflación, es una distorsión negativa que afecta directa e indirectamente a todo el tejido social doméstico y; por otra, las restricciones cambiarias afectan directamente a no todos pero, indirectamente, a la mayoría de los habitantes de nuestro país.

Por otra parte con una esencia principalmente externa, semanas atrás la estrategia de los  tenedores coorporativos de bonos nacionales que no se habían acogido a las reestructuraciones  llevadas a cabo en los años 2005 y 2010, generó dos hechos desfavorables para nuestro país. El primero fue el embargo de la fragata Libertad en el puerto de Tema (Ghana) y, el segundo (con mayor importancia), el juez de primera instancia estadounidense, Thomas Griesa, ordenó a la Argentina a pagar el total que reclamaban los fondos de inversión especulativos MNL Elliot, Aurelius, Blue Skay y otros. Un monto de alrededor de 7.000 millones de dólares. Decisión doblemente llamativa. Los juristas especializados criticaban la instalación del ``innovar´´ y, desde la lógica histórica, la novedad no estaba dentro del esquema de comportamiento decisorio que se venía observando en el juez. El lector podrá pensar que la decisión del juez Griesa es un hecho raro, un Cisne Negro. Intentaremos que tal hipótesis sea refutada más  adelante.  

La decisión del juez de la cámara de primera instancia norteamericana podría entenderse como un evento exógeno que las autoridades de política económica local no pueden manejar. Sin embargo, el accionar del juez fue criticado debido a que fue visto como una respuesta a las declaraciones de funcionarios argentinos ex ante su sentencia lo cual pondría cierta duda en postular como un hecho netamente exógeno como también, y no menos importante, una conducta fuera de los límites de la racionalidad[1].

Si observamos otros que se han dado en los últimos años, es evidente que la hipótesis del shock externo queda algo invalidada. Tan solo enunciar el sostenido aumento de los términos de intercambio en el sector agropecuario el cual local sí lo podríamos notar como un evento inmanejable, no premeditado; no podemos influenciar en la tasa de crecimiento de los habitantes que se trasladan desde el empleo rural al sector industrial lo que hace necesario un incremento en la demanda de los productos exportables nacionales.           

La decisión judicial tuvo consecuencias económicas de corto plazo derivadas, principalmente, de la volatilidad financiera. Durante esos días observamos una caída en los valores del mercado de bonos, hecho que se canalizó con fuertes movimientos en los precios de los instrumentos financieros y el riesgo país, pues se temía que un default técnico fuera casi inevitable.   

Si nos trasladamos al campo de los factores endógenos, la política económica nacional encuadra  claramente. Con posibilidades de modificación ante tendencias que alejan al ciclo económico objetivo y, a su vez, con elementos que pueden empujar la dinámica hacia objetivos macroeconómicos determinados. No obstante, ante la aparición de choques externos, los elementos de política se tornan determinantes para evitar comportamientos macroeconómicos no deseados.           

Por lo tanto, los factores que han iniciado un ciclo de incertidumbre en la economía interna parecen gestarse de forma foránea como dentro de nuestro país. Mientras que a un factor lo postulamos fuera de alcance de los encargados de política económica, es decir, en este caso una externalidad negativa para la economía doméstica; las medidas para sostener algunas variables de la economía y otras, como la creciente tasa inflacionaria,  por la que parecería que no son tomadas en cuenta por la gestión de política económica, se clasifican como endógenas. En este escenario, se desprende la existencia de un set de factores de incertidumbre que está en el horizonte nuestro de cada día y que sea hace cada vez más difícil eludir.

Como al inicio del brillante libro de Mario Vargas Llosa, Conversación en la catedral (1973) , voy a tomar la  pregunta que se hace uno de los personajes principales, Santiago, con una pequeña modificación: ¿En qué momento se ha jodido la Argentina?. La pregunta puede ser dramática pero encierra en ella misma la presencia del factor tiempo y de otros factores que disparan el deseo de ensayar una respuesta: un factor interno, determinado, evitable (quizás); y otro externo, incierto, no conocido, inevitable. Es dable destacar que el momento es el resultado de un proceso el cual se hace casi quimérico identificar el principio, la acentuación, los eventuales cambios y el camino hacia el fin. Nuestra convicción es tratar de agregar algo a la realidad de estas semanas donde todo cambia sin anuncio y coordinación.        

Si la Argentina ha crecido de forma sostenida desde mediados de 2002, con alguna pausa en 2009, qué ha ocurrido que estamos viviendo en esta realidad incierta, casi dramáticamente fantástica, como escribimos al principio.

Al observar el espacio temporal mencionado, casi todas las variables que componen las cuentas nacionales como la demanda de bienes y servicios junto al empleo, dinamizaron el crecimiento económico.

Desde el lado de la oferta, la dinámica fue notoriamente menor. Si bien la formación bruta de capital creció, no lo hizo en las proporciones requeridas para signar sustentabilidad temporal a las tasas de crecimiento económico. La disparidad en el crecimiento de los factores que conforman la formación bruta de capital fijo, tales como construcción y la adquisición de maquinarias y equipos nos debería llamar la atención ya que ha contribuido a activar la dinámica de precios.

Las medidas de política económica caracterizadas por un empuje de demanda constante junto con el fuerte ingreso de liquidez proveniente de nuestros productos exportables fueron los principales factores que grafican la gestión de política.

La historia económica mundial evidencia que es fundamental dotar a la economía doméstica de una creciente demanda no solo como efecto económico a través del multiplicador enunciado en la teoría keynesiana sino también como un mecanismo gradual de inclusión social de los sectores vulnerables de la sociedad. Por otro lado, ésta inclusión masiva al consumo tiene efectos negativos frente a una oferta menos dinámica. En consecuencia, la tensión debe traducirse en movimientos de precios de los bienes y los factores: las presiones salariales y los precios domésticos que se evidenciaron en los últimos años fueron el resultado y elementos preponderante de una macroeconomía de la descoordinación entre la oferta y la demanda, en lugar de acuerdos intencionados, en sucesivas ocasiones, como la mesa de acuerdo entre empresarios y asalariados que algunas vez se intento gestionar.

Adicionalmente, los problemas de provisión de energía eléctrica, gas para la industria y para algunos sectores residenciales fue una de las consecuencias directas de la política de aliento a la demanda de consumo. Durante este año esos problemas parecen agravarse. Los últimos días observamos interrupciones masivas en el servicio de energía eléctrica residencial y de agua. La principal causa, no solo fue un aumento muy fuerte en el consumo derivado del shock climático (exógeno) que hizo que las temperaturas fueran suprapromedialmente elevadas; sino que debemos incluir, nuevamente, el continuo sostén endógeno a la demanda a través de la emisión monetaria y el aumento del gasto público en ausencia de medidas financieras para captar el ahorro doméstico.     

Este proceso económico, si bien hacia los primeros años fue positivo, ha dado paso a una  gran divergencia en los principales de la macroeconomía con la necesidad de algunos cambios inevitables como la corrección de la tasa inflación y la inevitable brecha cambiaria.

Si queremos fundamentar, desde el análisis económico, el por qué la descoordinación;  podemos citar el estadio económico de los países vecinos. Lamentablemente no llegamos a comprender las motivaciones que tienen las autoridades nacionales para implementar medidas sustancialmente distintas a problemas, sociedades y sistemas de producción de gran similitud al observar a los demás países de la región. En tales naciones, se logro minimizar la incertidumbre con una política económica coordinada en comparación a la Argentina donde aún tenemos tasas de crecimiento algo superiores pero con un régimen de alta inflación.  Esto es evidente y, a la vez, paradójico.

Las políticas implementadas por los vecinos que, a la vista de todos, han tenido éxito al menos en el corto y mediano plazo. Ante las presiones en la dinámica interna de precios como consecuencia del efecto demanda como así también el fuerte crecimiento en los precios de los commodities agrícolas, otros países han apelado a medidas contracíclicas como el suavizamiento y eficiencia en la aplicación de los ingresos fiscal como pueden ser los fondos específicos y, a su vez, por las políticas del control de la inflación.

Este grupo de países que podrían estar representados por Perú, Uruguay y en cierta medida también por Brasil, mostraron una tendencia a la consistencia de la política fiscal y monetaria de acuerdo al contexto económico vigente. Sin embargo, para estos últimos dado que se encuentran relativamente más insertados en el sistema financiero mundial, existen otros problemas ex post, como la eventual contracción del crédito externo si el escenario de desbalances globales tiende a la corrección aunque este escenario, en esta instancia temporal, es poco probable.

Las características mencionadas de las políticas implementadas bajo similares problemas parecen ser de dos mundos distintos. Una vez más, como en otros momentos de la historia,  la descoordinación macroeconómica de este lado del planeta no parece solucionarse sin los incentivos necesarios en cada uno de los países. La complementariedad estratégica de las medidas es una de las mejores opciones de que se dispone. No obstante, la región debe solucionar problemas estructurales como la pobreza e indigencia de una gran parte de su población.

Sin embargo, la respuesta merece un sustento más. Resultaría inverosímil si solo aludimos a argumentos netamente economicistas, los cuales son valiosos y continuamente interesantes, pero todo tiene otro lado, el lado de la política es consagrado como un gran elemento causal que está cerca de la determinación. Las formas de gestionar política se han modificado a lo largo de los últimos diez años llegando a un lugar situado casi en las antípodas al observar los países con mayor estabilidad y certidumbre.

Desde este punto podemos finalmente situar a la retórica, a la construcción de la realidad con sus positivos y sus negativos; seguramente, al inicio, con argumentos loables como el bienestar agregado de la sociedad pero cuando la construcción intenta desviarse de la realidad por mucho tiempo, los objetivos loables comienzan a tener grietas y cuestionamientos. Se inicia un camino en un corredor diferenciado de la realidad que nos lleva a chocar las metas enunciadas con precedencia, tornándose como un elemento exógeno, ajeno a lo que podemos controlar. Desde aquí se mezclan los factores externos e internos, parecería que se convierten en uno solo, en ese cúmulo de incertidumbre.

El camino del discurso crítico per se a los hechos criticados tiene grandes probabilidades de convertirse en un shock negativo. Es esto lo que ha sucedido con las decisiones que, al inicio, propusimos como un choque exógeno. El comportamiento agravado del discurso puede dar señales a los que deben tomar decisiones ajenas a nuestro set de elementos. Al juez Griesa algo lo motivó a fallar irracionalmente en contra de la Argentina, los grupos auto-convocados de personas en el centro porteño fueron empujado por algo más que el mero reclamo.      

El desacuerdo respecto a ciertas decisiones que parecen no tener marcha atrás a pesar de reconocerse equivocadas en la realidad real ha llevado tanto a foráneos como a compatriotas hacia la reacción con el intento de ser escuchados. Esto no es gratis en la economía. El costo de la descoordinación lo pagamos todos.


[1] No solo en economía notamos comportamientos irracionales solo que en esta ciencia poder notarlo es aleccionadoramente interesante. 

2 comentarios:

  1. Muy bueno Tincho. Primero, un comentario sobre el fallo del juez Griesa... como bien dejás bajo sospecha, el fallo fue totalmente endógeno. Teniendo en cuenta la ignorancia que implica haber leído solo algunos fragmentos aislados del fallo y no el fallo completo, es claramente una respuesta a las declaraciones de los funcionarios argentinos en los días previos y ni siquiera se preocupa por ocultarlo. En este sentido, si no hubiera habido declaraciones estas declaraciones, creo que el fallo se hubiera dilatado o hubiera tenido otros términos y consecuencia más leves. A su vez, destila irracionalidad económica por donde lo veas... la definición de pari passu que utiliza es cualquier cosa menos "igualdad de derechos y obligaciones en relación con otras deudas similares de un mismo emisor". Ojo, va con aclaración, la segunda consideración es en contra del juez... pero la primera no es solo en contra del accionar del gobierno argentino, sino también del juez que "endogeneizó" su fallo. Por otro lado, la crítica al juez solo sirve para la "tribuna"... para mi, de nuestro lado, lo único constructivo que podemos hacer es preguntarnos que hicimos para crear las condiciones que llevaron a Griesa a emitir semejante fallo judicial.
    Por último, el tema de la descoordinación macroeconómica es fundamental. Hace ya 4 años escuchaba al gran Heymann hablar de esto... un gobierno que gasta y emite todo lo que sea necesario para sostener la demanda agregada a cualquier costo, le está dando una señal clara a quienes fijan precios y salarios de que la tasa de inflación al menos no va a bajar.

    ResponderBorrar
  2. Gracias Nico.
    Si, sin dudas. Recuerdo que había una facsímil en Ámbito y se lo leí como totalmente en contra al comportamiento que venía teniendo este juez, sumado a que muy bien no le hace a EEUU. En ese momento hasta la FED salió a respaldar a Argentina, lo cual hace a la profundización de las sospechas.
    Creo que si el gobierno se hubiera llamado al silencio o una declaración más acertada, nada de esto hubiera pasado. Con las declaraciones, es como si estaríamos llamando al desacato. Me parece que fue un grave error no forzado.
    Buena observación es más, el discurso para la tribuna vuelve con efectos negativos. A veces tenemos que tolerar a la gente que no nos cae bien para ahorrarnos costos...., la vida misma aplicada a la política económica.
    Si, es verdad; y encima dilatar el problema hace que la solución sea más dolorosa. Esperemos no tener que llegar a una solución de mercado, ahí si no nos van a pedir permiso ni servirá una cámara de segunda instancia.

    ResponderBorrar