domingo, 19 de agosto de 2012

Buscando la tendencia

La situación de la economía argentina está generando diferentes opiniones entre los analistas económicos. ¿Estamos entrando en recesión o se trata solo de una desaceleración? ¿Si es una desaceleración, es solo temporal o estamos en una transición hacia tasas de crecimiento moderadas? Veamos los datos de coyuntura económica que fueron publicados recientemente.

Por un lado, el EMAE ha mostrado en Junio una tasa de variación  interanual nula (sorpresivamente, ya que muchos esperábamos un dato interanual negativo). Habiendo mostrado en Mayo un valor negativo, esto parece ser una buena noticia, ya que podría indicar el inicio de una recuperación de las tasas de crecimiento exhibidas previamente.

Fuente: INDEC

Por un lado, resulta imposible no dudar de los datos del INDEC. Desde el comienzo de la intervención del INDEC, las manipulaciones del índice de precios al consumidor han sido manifiestas. Además, una buena parte de los analistas y economistas independientes consideraron que la recesión de 2009 fue subestimada tanto en el estimador mensual de actividad económica como en el PBI trimestral que publica el INDEC, basando su argumentación en estimaciones llevadas a cabo por consultoras privadas. 

Por el otro, en la coyuntura actual pareciera que hay algunos sectores que se han visto favorecidos y otros que siguen mostrando dinamismo. El sector de intermediación financiera no exhibe signos contractivos hasta el momento, más allá de cierta suba de las tasas de interés y una huida de los depósitos en dólares. Esta última tiene más que ver con el deseo del sector privado de asegurarse que dichos fondos no podrán ser alcanzados por el gobierno, que con dudas respecto a la solvencia del sistema bancario. A su vez, algunos sectores industriales, como el textil y fabricación de papel/cartón, fueron claramente beneficiados por las medidas de restricción a las importaciones y compra de divisas impuestas por la administración nacional.

Más allá de los sectores industriales beneficiados, no puede dejar de observarse que el nivel de actividad industrial sigue contrayéndose por el momento:

Fuente: INDEC

Como ya he mencionado en notas anteriores, la caída en la producción industrial es explicada principalmente por el complejo automotriz, que ha sido afectado por la desaceleración de la economía brasileña (principal destino de la producción automotriz local) y las restricciones a las importaciones. Los problemas en el sector automotriz no son triviales, ya que se trata del principal sector industrial argentino. Sin embargo, éste es también la principal fuente de esperanza acerca de una reactivación en la segunda mitad de 2012. Brasil ha implementado medidas anticíclicas en los últimos meses que deberían comenzar a surtir efecto en dicho período, derramándose sobre la economía argentina. 

Y aquí subyace otra incipiente buena noticia. Podríamos pensar que la creciente apreciación cambiaria traería dificultades para colocar exportaciones argentinas en Brasil. Pero, en los últimos dos meses, el banco central argentino parece estar cambiando levemente su posición respecto a la política cambiaria, ya que ha permitido una depreciación más acelerada del tipo de cambio oficial:

Fuente: BCRA y blog Cosas que Pasan

Sin embargo, persisten dos malas noticias por este frente. En primer lugar, si bien aún es muy pronto para sacar conclusiones, la mayor tasa de depreciación de Junio no se tradujo en una menor tasa de apreciación cambiaria real en dicho mes (el dato de tipo de cambio real de Julio aún no está disponible). Esto se debe a que la tasa de inflación no se ha reducido todavía y sigue en el orden del 20-25% anual. En la crisis de 2009, el banco central pudo elevar el tipo de cambio real multilateral gracias a que la depreciación del tipo de cambio nominal fue acompañada de una política monetaria contractiva (menor tasa de expansión del circulante y suba de tasas de interés), algo que las actuales autoridades parecen más renuentes a llevar a cabo.

En segundo lugar, el gobierno nacional no parece dispuesto a dar marcha atrás con las restricciones a la compra de divisas y el desdoblamiento "de facto" del tipo de cambio que estas implican. El tipo de cambio paralelo o libre (conocido como "blue" localmente) fluctúa entre $6 y $6,50, mientras que el oficial se ubica actualmente alrededor de $4,60. Entre muchos otros problemas, esta situación genera un potencial desincentivo a las exportaciones: cuando consiguen autorización para importar insumos o maquinarias, las empresas deben pagarlas con dólares comprados al tipo de cambio libre, ya que gran parte de los pedidos para adquirir divisas son actualmente negados o autorizados por montos muy inferiores a lo solicitado; en cambio, las empresas que exportan deben liquidar sus ventas al exterior al tipo de cambio oficial.

Las inconvenientes medidas de política económica local siguen superando lamentablemente a las buenas noticias en este mismo frente. El gobierno argentino no ha levantado todavía las principales medidas impuestas en los últimos meses, las cuales aunque tienen poco de tradicional, no dejan de ser medidas de ajuste. Sin embargo, con una importante sequía en Estados Unidos que ha hecho subir la soja por encima de los U$S 600 y una economía brasilera reactivándose, es poco probable que la economía argentina continúe contrayéndose. Pese a las medidas de ajuste locales, el clima norteamericano y Vilma Rousseff están haciendo política contracíclica por nosotros. La verdadera pregunta es si podremos volver a las tasas de crecimiento "chinas", lo cual parece poco probable en un país con reglas de juego cada vez menos claras y escaso respeto a la propiedad privada.


lunes, 13 de agosto de 2012

El sistema financiero sigue sólido

Restricciones a la compra de divisas extranjeras, fuga de depósitos en dólares, reforma de la carta orgánica del Banco Central, crédito obligatorio a empresas a tasas de interés reales negativas. Nada de esto parece debilitar a las entidades financieras argentinas. En los últimos días, algunos de los bancos que cotizan en el MERVAL parecen estar queriendo empezar a recuperar parte del terreno perdido:


Si bien esto puede resultar llamativo, lo cierto es que los bancos y el sistema financiero argentino en general tienen aún importantes motivos para festejar. Aunque la economía argentina parecería estar entrando en recesión (como ya he mencionado en notas anteriores), la actividad de intermediación financiera sigue creciendo de la mano de los créditos al consumo:

Fuente: BCRA

El crédito total otorgado por el sistema financiero regulado (bancos y entidades financieras que reportan al BCRA) apenas ha reducido su tasa de crecimiento interanual en los últimos meses de alrededor de un 50% a algo más de un 30%. El comportamiento del total de crédito se ha movido en sintonía con los préstamos personales, uno de los productos financieros que ha sido más utilizado para financiar el consumo en los últimos años. A su vez,  las financiaciones con tarjeta de crédito ni siquiera han visto afectada la tasa de crecimiento de 45-50% que exhiben desde fines de 2010. Los créditos prendarios, asociados fuertemente a la evolución de la industria automotriz, sí han sentido un fuerte impacto  y su tasa de crecimiento se ha reducido a la mitad, aunque la misma sigue en julio en un nivel nada despreciable de alrededor de 40%.

Esto puede resultar sorprendente si se tiene en cuenta que el producto industrial está cayendo desde hace ya algunos meses y el nivel general de actividad económica parece haber empezado a decrecer en Mayo. Sin embargo, no resulta tan llamativo si se tiene en cuenta que el impacto sobre el consumo, principal pilar del modelo económico actual, ha sufrido un impacto limitado:

Fuente: INDEC

Si bien estos indicadores probablemente se encuentren sobreestimados por la adulteración del relevamiento de precios al consumidor del INDEC, teniendo en cuenta que la inflación del INDEC ronda un 9-10% y la de los institutos provinciales de estadísticas 22-23%, queda claro del gráfico que las ventas en centros comerciales han sentido el impacto de la caída en el nivel de actividad, pero las ventas de supermercados siguen creciendo a una tasa real positiva.

Además de la inmutabilidad del consumo y los créditos destinados a financiarlo, el nivel de morosidad de estos últimos apenas se ha incrementado en los últimos meses y sigue registrando un nivel bajo en términos históricos:


Fuente: BCRA

donde la cartera irregular está compuesta por el porcentaje de créditos con atraso mayor a 90 días (Abril 2012 es el último dato disponible para esta serie). Tampoco parece haber sido afectado significativamente el nivel de rentabilidad de las entidades financieras:

Fuente: BCRA

Como se observa en el gráfico, el ROE del sistema financiero en su conjunto no solo no disminuyó hasta Abril 2012 (también último dato disponible), sino que ha permanecido en forma persistente por encima de la inflación en los últimos dos años.

Por lo tanto, el consumo ha logrado eludir en cierta medida la caída del nivel de actividad económica. Gracias a esto, el negocio financiero ha permanecido muy sólido y no ha sido perjudicado todavía por la actual crisis económica, pese a que han sido varias las medidas que lo afectaron directa o indirectamente. Tanto el consumo como los productos financieros destinados a financiarlo han sido uno de los pilares del modelo económico actual, el cual suele ser denominado como "de acumulación matriz diversificada e inclusión social", pero se asemeja más a un modelo "consumista con tasas de interés negativas". 

Solo el tiempo dirá si la crisis se profundiza y afecta al consumo y al sistema bancario que lo financia. Ya hemos visto caer la acumulación de reservas, el desendeudamiento (vía endeudamiento con organismos estatales tales como la ANSES, el Banco Nación y el Banco Central), los superávits gemelos (fiscal y de cuenta corriente), el tipo de cambio real competitivo y estable... éste sea tal vez el último pilar del modelo kirchnerista original que queda por caer y definitivamente el que le traería mayores problemas internos al gobierno actual. Cuesta creer que se quiera avanzar en este sentido, pero la capacidad del gobierno para crearse conflictos y problemas económicos ya nos ha sorprendido varias veces en estos 9 años.

domingo, 12 de agosto de 2012


Algunos apuntes sobre crisis: 
``Una historia de lecciones no aprendidas´´
 Parte I§

``…Some persons are of opinion, that, when the custom of buying on credit is pushed very far,(…), the national commerce is to be considered as unsupported by a proper capital; and that a nation, under such circumstances, whatever may be its ostensible riches , exhibits the delusive appearance of wealth…´´ (Henry Thorton: An Enquiry Into the Nature and Effects of the Paper Credit of Great Britain, [1802]. Edición de F A. v. Hayek).      

El brillante párrafo precedente fue extraído de una de las grandes obras de la literatura económica. Es naturalmente motivador pensar que puede cumplir el papel de una introducción iluminadora para estas notas pues vienen de uno de los pensadores que han marcado el siglo XVIII: Henry Thorton (1760-1815). Lo ineludiblemente notorio es que los denominados pensadores clásicos, parecen estar entre nosotros con cierta recurrencia.

Si nos detenemos a inspeccionar brevemente los eventos de últimos años, las lecciones se encuentran fácilmente a nuestro alcance. Las líneas que inician este escrito nos han llevado a realizarnos reiterados interrogantes que fueron formando un ciclo mayúsculo de intentos de una especie de reinvenciones de gran plasticidad en aras de brindar una y/o algunas respuestas. Hasta que, sorprendentemente, nos encontramos con la misma escena argumentativa y, sin deseo alguno, creemos haber obtenido respuestas similares en contextos paradójicamente diversos pero equiparables.  

Intentando comprender las crisis, la inspección del pasar de las lecturas, hizo que nos encontremos con muchos autores que, de alguna manera u otra, querían dar respuestas a través de sus narrativas a hechos sociales complejos y disruptivos como lo son las crisis económicas. En esa intención, con cierta fascinación muchas veces desencontrada pero encantadora al fin, abordamos la lectura de uno de los economistas académicos más influyentes de nuestra época (había que tener una dosis de contemporaneidad), Barry Eichengreen cuyo título es:  ``Crisis Financieras, qué hacer con ellas´´.

El prefacio del libro inicia con la siguiente frase: ``Las crisis son una concomitancia inevitable de la operación de los mercados financieros´´. Sin dudas, esa tarde se transformo casi en un perfecto interrogante al cual vamos  a intentar ensayar un acercamiento de lo que consideraríamos una respuesta.

En perspectiva histórica, es casi natural coincidir con Eichengreen, tanto desde su perspectiva como así también la que propone Thorton. No obstante, tomando el argumento de ambos, deberíamos decir que también tendría que estar presente, en la naturaleza de las sociedades, una acción refleja de absorber las lecciones de la historia para minimizar, al menos, la reiteración de las mismas dinámicas conducentes a las crisis económicas. Con el transcurso de los años, los hechos se transforman, con naturalidad, en una fuente de conocimiento acumulativo. Si bien muchos autores del enfoque de la Economía Conductual, plantean que hay costos de aprendizaje y por esto los individuos tendrían problemas al momento de tomar decisiones; en este marco el espacio temporal es bastante amplio como para hacer un supuesto firme acerca de esta problemática. Esto nos habilita momentáneamente a dejarlo de lado.    

En este sentido, comenzaremos siendo algo escéptico sobre el juicio del profesor Eichengreen para dar lugar a nuestra propia reflexión histórica sobre las crisis financieras en general. Con este argumento, el objetivo es tratar de dilucidar, concretamente con una visión macroeconómica, si las lecciones de la historia fueron tales o si las mismas son echadas a menos ante las posibilidades de aumentos circunstanciales en los niveles de bienestar y riqueza en un entorno de políticas económicas e instituciones inconsistentes frente a los contextos vigentes.

En esta primera entrega se expondrá la introducción, algo concreta para los eventos de inicios del siglo XX pero con más extensión para las crisis de los países en vía de desarrollo de América latina hacia fines de siglo.

A modo de introducción y algo más…

El abordaje de la literatura macroeconómico de las últimas décadas se ha ido modificando pero los hechos, en su mayoría, parecen tener grandes similitudes.

Las sucesiones de hechos de crecimiento exuberantes, gran oferta de financiamiento en su mayoría de corto plazo, oscilaciones abruptas de los tipos de cambio, estructuras regulatorias inconsistentes, aumentos de los niveles de riesgo moral en los agentes, endeudamiento insostenible  de los sectores público y privado, y fragilidades financieras resultantes; han conducido a las economías hacia crisis que, en muchas oportunidades, parecen haber sido autoinfligidas.

Si se observa la ocurrencia de eventos de crisis desde el gráfico elaborado por Reinhart (2012), el siglo XX y el que acaba de comenzar han padecido varios sucesos de volatilidad y fuertes disrupciones macroeconómicas (Gráfico N° 1).
La hiperinflación alemana junto con la gran depresión de la década de 1930 y sus sucesivos contagios en el contexto del nuevo patrón oro, marcaron una serie de hechos desafortunados que se trasladaron hacia toda la esfera terrestre.      

Los exitosos años posteriores, caracterizados por el sistema monetario internacional de Bretton Woods, suavizaron los vaivenes económicos. Si bien al observar el gráfico se evidencia una mayor estabilidad, el conjunto de medidas que caracterizaban a esos años tales como las restricciones a los movimientos de capital, el comercio externo y el tipo de cambio no podían ser a perpetuidad. La liquidez se contrajo fuertemente con las restricciones, y los problemas inflacionarios comenzaron a agravarse debido al advenimiento de los shocks petroleros.

Esto fue acompañado por un período de descoordinación en el sistema monetario mundial tras la caída del acuerdo de Bretton Woods. En este espacio  temporal, la ocurrencia de crisis ha evidenciado una gran constancia en los países de menor desarrollo industrial particularmente desde finales de 1970.

Gráfico N º 1



Fuente: Reinhart (2012)


Muchos países de América Latina habían implementado sistemas cambiarios rígidos acompañados de programas económicos que liberalizaban abruptamente a las economías con independencia de sus estructuras productivas, fueron los denominados experimentos del cono sur como lo dirían Eatwel y Taylor (2006).  

Había ciertas coincidencias en esas políticas económicas en general y  en las monetarias en particular: tipos de cambios fijos o predeterminados mediante la gestión de las denominadas tablitas cambiarias, fuerte apertura comercial, un gran crecimiento del crédito interno, principalmente de corto plazo que fomentaba al consumo, fuertes flujos de capitales de cartera en los sectores bancarios, regulación laxa de los sistemas financieros locales por parte de las autoridades monetarias y problemas históricos de restricción externa. El aumento de las importaciones, en su mayoría bienes de consumo, con un tipo de cambio fijo sustentaba altas tasas de inflación lo cual, si se quería mantener cierta competitividad precio del tipo de cambio, se debía devaluar la moneda al ritmo de la inflación. Adicionalmente, el saldo negativo de la cuenta corriente del balance de pagos era un factor de difícil corrección dados los términos de intercambio, las necesidades industriales y los intereses de deuda externa exógenos a las economías domésticas.

En ese momento, la dirigencia política y los principales hacedores de política económica eran influenciados por un consenso de apertura económica sin importar, tal vez, las consecuencias de mediano plazo que estaban generando en las estructuras económicas locales. Argentina y Chile fueron ejemplos de esta problemática: expansiones aceleradas y caídas abruptas de las tasas de crecimiento de la producción.

En un mundo donde ya era notoria la movilidad de los flujos financieros, estos arreglos cambiarios hacían rentables los influjos de capitales, que alimentaban un círculo de deuda, consumo e inflación no regulados por los estados nacionales. El descalce monetario tuvo una gran importancia ante súbitos reflujos de capitales ya que frente una modificación de la oferta de liquidez externa, los sectores deudores de los países se tornaban en insostenibles eyectando dinámicas contractivas hacia toda la economía. En este escenario, los bancos centrales tenían ciertas restricciones: ante la implementación de sistemas cambiarios rígidos, el trilema de política económica, dictado por  Mundell-Fleming estaba activo como también, similarmente, la tesis del profesor Jan Tinbergen: la elección de n objetivos de política económica demanda n+1 elemento.
      
Por otra parte, la microeconomía aportaba una gran masa de inestabilidades. La mayoría de los sectores de las economías tenían un sesgo de corto plazo o una percepción errónea de las riquezas dados por las súbitas modificaciones en el acceso al crédito entre otros factores (Heymann y Leijonhufvud, 1995). Crecientes deudas en moneda extranjera e ingresos en moneda nacional ponían un manto de gran evidencia en contra de los preceptos de racionalidad y previsión perfecta de los individuos. El empuje del libre albedrío en los sistemas financieros locales iba a costar más caro que la deuda y los intereses.   

Las abruptas entras de flujos de capital indujeron a fuertes apreciaciones del tipo de cambio lo que, nuevamente, abrió las puertas para mayores niveles de deuda. Frente a este escenario, muchos agentes financieros, sin regulación alguna, comenzaron a caracterizarse como patrimonialmente frágiles. El bienestar circunstancial, ex ante, parecía que era ad infinitum.

El caso de Brasil fue sustancialmente distinto en su objetivo. La política económica tenía un sustento algo más desarrollista. Los emprendimientos en la industria pesada financiados con crédito externo, sin dudas, era una empresa loable. Sin embargo, el mundo ya estaba fuertemente interrelacionado con lo cual las políticas monetarias de los principales países desarrollados afectaban a los países de la región.

Adicionalmente, el sesgo prociclíco del sistema financiero internacional sin dudas contribuyó a que se configurara esta escena que terminaría, más temprano que tarde, en fuertes disrupciones financieras que se trasladaban a la producción y el empleo a través de las crecientes tasas de inflación hacia solemnes caídas. En las décadas de 1970/80, los temas de crisis se habían trasladado hacia la región: El mundo observaba las crisis cambiarias y financieras de los países del cono sur de América.
       
Es de gran notoriedad que estas dinámicas se hayan trasladado desde los países en vías de desarrollo durante las décadas de 1970/80 y 90 hasta la crisis financiera internacional contemporánea de los países más desarrollados la cual intentaremos abordar en la próxima entrega.

En suma, los exabruptos en las deudas externas, el descalce monetario, la inflación y la poca competitividad de estos países tornaron insostenible el manejo de las economías domésticas en el escenario de fuertes influjos de capitales. Estas dinámicas han motivado, en gran parte, los trabajos de crisis de balance de pagos (Krugman, Obstfeld, Flood y Garber y otros) hasta los dictaminados por ciclos endógenos (Minsky, Frenkel, Neftci y Keen). Todos han tenido una gran relevancia en el análisis y descripción de las dinámicas precedentes y las causalidades de las crisis que se han producido hacia finales del siglo pasado pero, en particular, en los países en vías de desarrollo.

Se infiere que hay denominadores comunes en las crisis mencionadas. Uno de ellos era la política cambiaria con cierto sesgo a la fijación.  En la primera mitad del siglo XX, la creencia de los países industrializados en un patrón cambiario común era bastante arraigada. Seguramente, las posibilidades del creciente intercambio favorecía los aparatos productivos y, por otro lado, las secuelas de los conflictos bélicos tuvieron una gran injerencia en la aversión a la inestabilidad. Dicha aversión podría ser recogida desde una variable proxy como un patrón de cambio común. Las lecciones de estos hechos ya se comenzaban a asomar.
                 
Adicionalmente, si nos enfocamos hacia los años críticos para el cono sur,  notamos otro denominador común: tales crisis se  generaron dentro del período histórico denominado Globalización Financiera que se inicia hacia principios de 1970[1].

La naturaleza volátil de los flujos financieros era un factor relativamente novedoso para estos países. Las necesidades de apalancamiento de los sectores industriales eran ineludibles. Las empresas necesitaban importar maquinaria e insumos en un mundo donde el costo del crédito comenzó a crecer fuertemente tras la política monetaria contractiva de fines de los ´70 por parte de EE.UU. A su vez, el sostenimiento de los tipos de cambio domésticos en la región generaba permanentes inconsistencias entre la política fiscal y monetaria agravadas por las externalidades que activaba el combate a la estanflación en el hemisferio norte.

La convivencia del déficit comercial y fiscal estaba atada al resultado de la cuenta capital. Cuando el superávit de cuenta capital comenzaba a revertirse y el peso del componente intereses de deuda de la cuenta corriente del balance de pagos era cada vez más comprometedor, la necesidad devaluatoria se tornaba en gran protagonista. Sin dudas, La década de 1980 fue una escalada de problemas para la región. La década pérdida es la primera denominación que se recuerda, al menos cuando se piensa con lentes de economista.

Este ensayo de introducción y algo más motiva interrogantes y algunas respuestas si nos situarnos frente a la crisis financiera internacional. Debemos confesar que es un llamado a la reflexión casi con aires de inocencia. La inocencia se expone en un cierto olvido de los intereses políticos y de otros centros de poder que, con cierto atrevimiento, inferimos que priman por encima de la salud de las economías. Los espasmos cada vez más fuertes que observamos en la zona euro provienen, en alguna medida, de un virus en el sistema financiero mundial que no fue regulado y que en los últimos 25 años se ha transformado en masivo.

En las siguientes entregas vamos a intentar evitar mostrar nuestra negación a que es casi imposible la modificación del sesgo de status quo de los grupos más influyentes de las economías para proponer algunos tópicos de coordinación y contraciclicidad de las políticas económicas con objetivos de  mayor estabilidad macroeconómica frente a las crisis de los países emergentes de la década de 1990 y la actual. Las conclusiones, en la tercera y final entrega, intentarán desarrollar las lecciones de la historia no aprendidas o el aprendizaje perpetuo frente a episodios nuevos  pero dramáticamente similares. .

Quizás el profesor Eichengreen ya nos brindó la respuesta pero, en aras de la inocencia y la construcción de algo que podríamos llamarlo análisis histórico existencial de la problemática económica actual (y de siempre), intentaremos pensar que hay caminos posibles para minimizar los hechos de crisis que amalgaman destrucción, sufrimiento y pobreza futura en las sociedades.        

     


§ Las citas bibliográficas estarán en la última entrega.
[1] Si bien muchos autores exponen que ya en el Crack de 1929 se estaba frente a un escenario de globalización en los flujos de crédito, a los fines de estas notas destacamos que la liberalización financiera tuvo un salto abrupto en el período mencionado.

martes, 7 de agosto de 2012

Las palabras importan... y mucho

Para cortar un poco con la economía argentina y tocar temas más alegres y curiosos, va un post para nerds exclusivamente. Algunos dicen que a las palabras se las lleva el viento, pero yo creo que a veces son muy importantes y algunas palabras sirven para reflejar épocas y tendencias históricas. Una herramienta relativamente nueva y muy interesante que nos brinda Google me permite ilustrar este punto. La descubrí gracias a una excelente y breve publicación de un colega norteamericano (a quien aclaro que no conozco, pero cito por ética intelectual), a la cual francamente llegué de casualidad (pueden acceder haciendo click aquí).

La herramienta es Google Ngram Viewer y permite ver la cantidad de veces que una palabra o serie de palabras fue mencionada en una base de 5,2 millones de Google books. El resultado es expuesto por año de publicación de los libros y expresado como el porcentaje del total de palabras publicadas en los libros de cada año.

Una primera curiosidad que encontré surge de buscar las palabras "socialism" y "capitalism" en inglés (aclaración: en inglés se suele utilizar la palabra socialismo para hacer referencia a lo que en castellano llamamos comunismo):


(recomiendo hacer click sobre los gráficos para verlos más grandes)

Lo interesante es ver cómo la palabra "socialism" predominó durante fines del siglo XIX y principios del XX, época en la cual justamente surgió el socialismo   marxista (los distintos tomos de El Capital fueron publicados en 1867, 1885 y 1894) y tuvo lugar la revolución rusa (1917) que llevó al comunismo al gobierno en dicho país. También predominó entre principios de la década del '60 y fines de la del '70. Sin embargo, desde principios de los '80 se observa un predominio de la palabra "capitalism", casi como una premonición de la caída del muro de Berlín en 1989 y el desmembramiento de la Unión Soviética en 1991.

Otra cosa interesante que puede verse es el gráfico de las palabras "war" (guerra) y "peace" (paz):


¡Los dos grandes picos de la palabra "war" se dan justamente a fines de la primera y segunda guerra mundial! Además de esto, lo llamativo es que ambas parece evolucionar de una forma bastante similar. Inclusive, "peace" también registra dos picos en los mismos años en que se observan para la palabra "war", aunque significativamente menos pronunciados. Realmente llamativo, aunque para nada ilógico: en épocas de guerra, también es cuando más se habla de paz; en épocas de paz, se habla menos de ambas cosas.

Volviendo a la economía, una discusión realmente polémica entre los amantes de esta ciencia sería cuál fue el economista más importante del siglo XX. Google Ngram también nos da su opinión sobre esto. Si bien la muestra elegida puede parecer bastante arbitraria, es importante mencionar que dejé de lado a varios economistas con menor cantidad de citas para que el gráfico sea más claro:



A principios de siglo predominaba levemente Alfred Marshall, que luego fue superado por el gran Irving Fisher. Sin embargo, luego de haber terminado en quiebra durante la Gran Depresión (anécdota que no quita los grandes aportes de este economista) y con la publicación de la Teoría General, llegó la síntesis neoclásica y el reinado de Keynes (de la mano con el resurgimiento de su principal maestro, Alfred Marshall) a partir de fines de los '40, seguidos de cerca durante varios años por el todavía vigente Irving Fisher. A fines de los '50 , durante la vigencia de esta síntesis neoclásica, comenzaron un crecimiento exponencial dos economistas que se caracterizaron por ser además grandes comunicadores sociales: Miltron Friedman y John Kenneth Galbraith. A fines de los '60 ambos se volvieron los economistas más citados de acuerdo a esta base. Sin embargo, el segundo luego entró en decadencia, mientras Friedman duró como el más mencionado por hasta mediados de los '90, en lo que podríamos denominar la Era de Friedman. A partir de esa época,   Keynes y Friedman pasaron a mostrar un comportamiento muy parecido, reflejando tal vez la llegada de una síntesis monetarista-keynesiana (me arriesgo bastante al escribir esto... la historia del pensamiento económico dirá en el futuro si existe tal cosa). Otros economistas muy reconocidos, como Paul Samuelson y Joseph Schumpeter (y otros tantos que no he incluído en el gráfico, como Hayek, Pigou, Pareto, Menger, etc.), no llegaron a mostrar una predominancia como los anteriormente mencionados.

Pero si vamos a hablar de grandes de verdad, mejor ir a los dos principales antecesores de la economía como ciencia:


A principios del siglo XX, Marx realizó un catch up y alcanzó a Smith en menciones. Pero desde mediados de la década del '60 hasta principios de los '90, Marx predominó en cantidad de citas por sobre Smith. En este caso, no hubo premonición sobre la caída del comunismo, como en el primer gráfico de este post. Al fin y al cabo, los grandes pensadores perduran, ya sea que triunfen sus ideas o no. Otros pensadores clásicos, como David Ricardo, Thomas Malthus, Jean Baptiste Say y John Stuart Mill se encuentran por debajo de estos dos grandes.

¿Y por casa cómo andamos? La herramienta también permite buscar citas en español, con lo cual busquemos economistas argentinos citados en inglés (primer gráfico) y en español (segundo gráfico):


Admito que esta muestra sí puede ser limitada, pero aún así deja conclusiones que creo que son razonables. En cuanto a las citas en español, hasta 1950 la figura predominante parecía ser Federico Pinedo, quién luego fue desplazado por el padre de la escuela estructuralista, Raúl Prebisch. La única interrupción al reinado de Prebisch fueron los años '90, en los cuales el ex ministro de economía Domingo Cavallo fue el más mencionado. Pero en las citas en inglés, la cuestión es bien distinta: Raúl Prebisch fue siempre el más mencionado, aunque seguido de cerca por Domingo Cavallo a fines de los '90 y principios de los 2000.

A modo de breve conclusión, resulta sorprendente como la mención de palabras o nombres en libros publicados muestran las tendencias, eventos y particularidades históricas, así como las citas de autores refleja la evolución del pensamiento económico. Sin embargo, que quede claro que no pretendo probar nada con esto, es simplemente un ejercicio ilustrativo hecho en un rato libre, con el único objetivo de divertirme y compartirlo con los lectores.

Para darle un final más frívolo y menos científico al post, parece ser que la utilización de la palabra "love" ("amor" en inglés) ha crecido exponencialmente en los últimos años:


¿Existe acaso una burbuja de amor? Esperemos que, a diferencia de las burbujas inmobiliarias y de activos financieros, ésta no sea burbuja ni se pinche. Y si lo es y se pincha, bienvenida sea también: al fin una burbuja de la cual no nos pueden echar la culpa a los economistas. En todo caso, el que anda por ahí creando burbujas de amor es este señor.