domingo, 29 de julio de 2012

Ganadores y perdedores en el sector industrial

La desaceleración experimentada por la industria a fines de 2011 y principios de 2012 ya se ha transformado en una contracción. Desde el mes de abril del corriente año, el EMI (estimador mensual industrial) publicado por el INDEC ha exhibido tasas de variación interanuales negativas. Como ya mencioné en posts anteriores, esto coincidió en principio con la desaceleración de la economía brasilera, pero se profundizó a partir de las restricciones a la compra de dólares y de las licencias no automáticas a las importaciones implementadas en noviembre 2011 y febrero 2012 respectivamente. ¿Cuáles han sido los sectores industriales más afectados por todos estos eventos?

Empecemos por aquellos que no parecen mostrar un cambio en su comportamiento:

Fuente: INDEC

El sector de producción de tabaco presenta un comportamiento bastante volátil a lo largo de todo el período analizado, sin tendencias demasiado claras. En cuanto a la refinación de petróleo, exhibe tasas negativas prácticamente durante todo 2011 y recién parece mostrar una mejora incipiente durante los últimos dos meses, luego de la expropiación de YPF. Por último, sustancias/productos químicos, alimentos/bebidas  y edición/impresión muestran una tasa de crecimiento promedio positiva bastante estable y su evolución tampoco parece haber sido afectada por los problemas en Brasil ni por las medidas de política económica antes mencionadas (en el caso de edición/impresión, parece haberse deteriorado en los últimos dos meses, pero todavía está por verse si realmente se trata del comienzo de una etapa contractiva en el sector).

Sin embargo, otros sectores sí han visto deteriorados sus niveles de producción durante la segunda mitad del año pasado y el primer semestre de 2012:

Fuente: INDEC

En principio, se trata básicamente del sector de producción automotriz y otros vinculados a él. La desaceleración en la producción de automóviles parece haber comenzado a mitad del año pasado aproximadamente, pero registró las primeras tasas de variación negativas después de las restricciones a la compra de divisas, situación que se profundizó luego de la implementación de las restricciones a las importaciones. La industria de producción de caucho y plásticos parece haber comenzado una desaceleración también en algún punto alrededor de la mitad de 2011. En cuanto a las industrias metálicas básicas, su deterioro parece  originarse a partir de noviembre pasado, momento que coincide con las restricciones a la compra de dólares. Por último, el sector metalmecánico no automotriz se venía desacelerando desde principios de años y pareciera haber tenido una recuperación temporal con las restricciones a la adquisición de divisas, pero su situación se ha deteriorado desde los controles a las importaciones.

Pero como siempre ocurre en la vida, no todo son malas noticias:

Fuente: INDEC

El sector textil fue uno de los que presentó un mayor deterioro durante el año 2011. Tratándose de un sector especialmente sometido a la competencia de las importaciones, es probable que esta situación se haya debido a la creciente apreciación cambiaria real. Sin embargo, desde la implementación de las restricciones a las importaciones, el sector ha reaccionado favorablemente y ya registró una tasa de crecimiento positiva de 4,5% en junio 2012. El sector de papel y cartón también se ha visto favorecido por esta medida: si bien habia pasado a tener tasas de variación nulas o negativas desde los controles a la compra de divisas, a partir de marzo el sector parece haber iniciado un período de reactivación.

Nos queda entonces un panorama bastante claro del sector industrial argentino. Un variopinto grupo de sectores se ha mostrado indiferente ante la situación externa y las políticas implementadas por el gobierno, con una incipiente luz amarilla en el caso de edición e impresión. Otro conjunto de industrias se ha desacelerado desde mitad de 2011 aproximadamente, en consonancia con el deterioro de las tasas de crecimiento de la economía brasilera, pero en general muestran un mayor deterioro luego de alguna de las medidas de ajuste llevadas a cabo por el gobierno. Estas últimas parecen ser básicamente el sector automotriz y el complejo de industrias vinculadas a él (metálicas básicas, metalmecánicas no automotrices y caucho/plástico). Estos sectores tradicionalmente tienen una importante integración con Brasil y es lógico que hayan sido afectados tanto por el menor nivel de actividad en dicho país, como por las medidas tendientes a cerrar bruscamente las fronteras económicas del país. 

Por último, el sector textil y de producción de papel/cartón son los grandes beneficiados por la restricción a las importaciones. Al menos en lo que respecta al primero de ellos, tampoco resulta extraño. Por un lado, en varias oportunidades ha habido expresiones de alguno de sus integrantes en favor de este gobierno. Por el otro, la creciente apreciación cambiaria claramente estaba volviéndola menos competitiva y sometiéndola a una mayor competencia de productos importados.

Las restricciones a la compra de dólares y a las importaciones parecen haber llegado para quedarse por un tiempo, dada la lógica del gobierno de ir siempre por todo y más allá de la posibilidad de cierta flexibilización para intentar moderar la desaceleración de la economía y corregir los errores cometidos. Tal vez haya llegado la hora de modificar nuestro portafolio de inversiones: a vender acciones de automotrices y a invertir en textiles y fabricación de papel/cartón...

lunes, 23 de julio de 2012

La conexión de la sociedad y sus efectos


Les dejo un excelente aporte de un colega y amigo al blog, una reflexión sobre los efectos de las nuevas tecnologías en las sociedades modernas. Esperemos que sea el primero de muchos aportes y personas que se sumen al blog.


La conexión de la sociedad y sus efectos

Sin duda, una de las acciones más interesantes y aleccionadoras es analizar las dinámicas de las distintas sociedades y los efectos que van generando a su paso. Desde las postrimerías del Medioevo hasta la actualidad, los seres humanos han modificado sus costumbres, preferencias y modos de accionar tanto individualmente como en un colectivo social determinado. En estos aspectos se incluyen las acciones, las decisiones cívicas, económicas y las grandes decisiones que, inferimos, estuvieron socialmente algo más elevadas. La extinción de gobiernos dictatoriales, la caída del muro de Berlín, son solo algunos de los hechos que han marcado con profundidad la vida de los individuos. Si bien estos últimos fueron procesos que culminaron en esos hechos, ciertamente, podemos decir que fueron decisiones inconscientes, y no tanto, desde el argumento que imperaba en aquellas sociedades el cual era la necesidad de mayor libertad en oposición a los libertinajes castrenses.

Sin embargo, hay un hecho que podríamos suponerlo presente en todas las fases de la historia. La necesidad misma de vivir en una sociedad más saludable y con mayores niveles de confort, ha generado la demanda de nuevas tecnologías que fueron acompañando a la humanidad a lo largo de la historia.

En principio, la búsqueda de mejores modos de producción y supervivencia también lo podríamos considerar como cierta tecnología de producción aunque ésta sea preponderantemente precaria al observarla con los ojos del nuevo milenio. Es dable de destacar, que con el avance de la misma se han nutrido las ciencias lo que generó grandes soluciones para la vida cotidiana del hombre. No obstante, como en todas las cosas que conocemos, si la analizamos desde prismas distintos podemos notar varios aspectos que no siempre serán una novedad favorable.

En este sentido, hacia finales del siglo XX, se pueden notar dos lecciones de importancia sustancial.

Por un lado, el economista inglés Arthur Cecil Pigou (1877-1959), fue uno de los pioneros en abordar los efectos indirectos de la acción de los individuos o empresas sobre la sociedad. El clásico ejemplo del tren que transita cerca de los cultivos de la campiña generando posibles incendios se puede contextualizar a nuestra contemporaneidad: varios individuos comunicándose o escuchando música través de su teléfonos celulares en un transporte público perturba, en algunas ocasiones, las acciones o el bienestar de otros en ese ocasional viaje pero es interesante que no solo genera efectos negativos sobre ese colectivo circunstancial sino que se lleva a cabo una misma acción, digamos de confort tecnológico aunque, como un contrarecíproco, genera un verdadero ámbito descoordinado donde todos quieren lograr permanecer lo mejor posible hasta en ese momento de sus vidas. Análogamente, las redes sociales han inundado de información e interacción permanente a los individuos que, muchas veces, han causado conflictos e inseguridad; mediante la posibilidad de conectarnos con personas que no conocemos creamos posibilidades de acciones que pueden derivar en los fenómenos mencionados. Cierto avance de las tecnologías de la conectividad derivan inesperadamente, en diversas ocasiones, en perturbaciones negativas o externalidades negativas hacia ciertos individuos.

Es aquí donde podemos interrogarnos, en el contexto del gran avance en la conexión de la sociedad actual, si tal vez este modo de comunicarnos, en ocasiones, puede dirigirse por caminos equivocados y menoscabar el púlpito de nuestra intimidad y seguridad. Apelando al clásico agente representativo como un camino para notar estos aspectos, estimamos que hay una verdad en estos párrafos.

La acción de comunicarnos ha crecido sideralmente y parece auspiciosa. Asimismo, puede generar efectos externos no deseados. La pregunta que se desprende se relaciona con la evaluación, concreta y sin ánimos de extensiones difusas, que podemos realizar de este avance en las comunicaciones y redes sociales. Entonces, indudablemente, la sociedad ha tenido grandes cambios en consecuencia, pero estos cambios no deberían formar un proceso de interacciones humanas que tiendan a ser cada vez más individualistas, desmedidos e inciertos. Es en este camino donde descansa cierta contradicción entre la mayor disponibilidad de medios para comunicarnos y la comunicación como acción tal cual la conocemos. Parecería que la nueva conexión social tiene sus efectos externos (o externalidades) sobre el colectivo social.

La otra lección, totalmente emparejada con la precedente, es la que nos delegó el sociólogo francés Robert Castel en sus estudios sobre la cuestión social de las sociedades modernas y sus cambios. En su gran obra, Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado (1977), el autor aborda un conjunto de temas que se han tornado de gran actualidad, pues, las sociedades del mundo contemporáneo han experimentado cambios acelerados principalmente como consecuencias de los nuevos modos de conexión. Los cambios acelerados pueden ser disparadores de inestabilidades políticas y económicas o ambas, en determinadas sociedades (o quizás en todas). Estos cambios de gran velocidad pueden tener efectos de retroalimentación que pueden comenzar en algunos individuos y terminar en una generación y, a su paso, derivar en efectos indirectos que pueden resultar en marchas y contramarchas en las sociedades. Como resultado de estos movimientos, pueden desencadenarse una metamorfosis en los estilos de vida, esto es, las mismas sociedades en escenarios de cambios abruptos en las cuales no todos los que las componen pueden adaptarse. Tan solo imaginar la interacción con las necesidades de los niños en países caracterizados por ambientes hostiles como las naciones de África subsahariana frente a las naciones más desarrolladas del mundo. La vulnerabilidad y desafiliación social que plantea el autor son paradójicamente ilustrantes en casi toda la historia de la humanidad.

Otro de los casos por los cuales Robert Castel nos alecciona se evidencia al observar las turbulencias en los contextos políticos y económicos en los últimos treinta años en América del Sur. La metamorfosis de la comunicación social debe llamar, al menos, la atención de una manera expectante. Notemos que la aceleración de los procesos sociales sustentados por experimentos de carácter social no siempre ha tenido resultados favorables.

Si bien la nueva era de la comunicación ha comenzado, sería socialmente sano tomar las lecciones de pensadores sociales como Pigou y Castel, dejando la libertad a cada lector para la reflexión que dicte, quizás, su propia hermenéutica.

 
Martin C.

sábado, 21 de julio de 2012

El juego de las diferencias: Argentina 2009 vs. Argentina 2012

Retornando al tema de la caída en el nivel de actividad, mencioné en mis posts anteriores que la política del gobierno argentino frente a la desaceleración ha sido procíclica y que la reacción debería basarse en parte en las lecciones extraídas de otros episodios de crisis pasados. Pocas dudas caben a esta altura de que las restricciones a la compra de divisas (no solo por el aumento en la incertidumbre que generan, sino por las restricciones de liquidez que implican en el corto plazo en algunos sectores, como en el mercado inmobiliario) y a las importaciones son claramente recesivas. ¿Qué ha hecho el gobierno hasta el momento con los instrumentos de política más tradicionales? ¿Su reacción también ha sido distinta a la de la recesión de 2009 también en estos aspectos? Miremos en primer lugar la política fiscal:

Fuente: Elaboración propia en base a MECON.


La linea en rojo muestra la tasa de crecimiento interanual de los gastos corrientes del presupuesto nacional. Como puede observarse, el promedio parece bastante constante a lo largo de todo el período analizado. En cambio, los gastos de capital (que incluyen las inversiones realizadas por el Estado) y los ingresos tributarios (Impuesto al Valor Agregado, Ganancias, etc.) han presentado fluctuaciones de acuerdo al ciclo económico. Las lineas en verde y azul oscuros muestran además el promedio de estas dos tasas de crecimiento para cada año.

Lo más importante que debe destacarse es que los gastos de capital muestran una evolución bastante dispar en los últimos meses de 2011, ya que su tasa de crecimiento aumentó significativamente en Agosto y Septiembre, pero se redujo e incluso se volvió negativa en los últimos meses del año. En 2012 se ha aumentado la tasa de crecimiento promedio hasta el momento, pero esta aún es muy inferior a la registrada en 2009. En cuanto a los ingresos tributarios (entendiéndolos como un proxy de la política impositiva), parecen ser procíclicos en 2012: mientras el gobierno toleró que prácticamente no crecieran en 2009, en el corriente año todavía tienen un promedio de tasa de crecimiento casi igual a la de 2011. Esto probablemente indique que la economía todavía no se encuentre en recesión, pero también quiere decir que hasta ahora el gobierno no ha emprendido una reducción de la presión fiscal. En resumen, parece haber habido una reacción del gasto público en el mismo sentido que en 2009 (aunque en menor medida que en 2012 hasta el momento); en cambio, por el lado impositivo, no ha habido ninguna acción de estímulo a la economía.

¿Qué ocurrió con la política monetaria? Miremos la tasa de expansión de la base monetaria y de M2:


Fuente: BCRA


La expansión de la base monetaria fue bastante procíclica en 2007/2009. Pese a esto, la reducción en la tasa de crecimiento de la base monetaria no tuvo como contrapartida una caída significativa en la tasa de crecimiento de la cantidad de dinero medida a través de M2 (base monetaria + depósitos en cuenta corriente y cajas de ahorro). A partir de principios de 2010, el BCRA incrementó significativamente la tasa de crecimiento de la base monetaria, lo cual esa vez sí se reflejó en la evolución de M2. Por lo tanto, la política monetaria se volvió fuertemente expansiva en un momento en que la economía ya estaba saliendo de la breve recesión de 2009. Sin embargo, desde mediados de 2011, la expansión en la base monetaria se ha separado del nivel de crecimiento de M2, que ha caído en los últimos meses por debajo del 25% de aumento interanual. Esto indica que desde que la economía se ha empezado ha desacelerar, el Gobierno ha continuado (o se ha visto obligado a continuar) con la lógica procícilica en lo que respecta a la política monetaria y se redujo la tasa de aumento de la cantidad de dinero aproximadamente en 10 puntos porcentuales. Por último, tal vez debido a que ambas tasas de crecimiento de la base monetaria y de M2 aún son más elevadas que en la crisis de 2009, la tasa de inflación no ha cedido hasta el momento, a diferencia de lo ocurrido en aquel año. Más allá de esto, lo importante de este punto es que, si bien aún permanece por encima del nivel de 2009, puede observarse que la tasa de crecimiento de M2 se ha reducido más bruscamente a fines del año pasado que durante la crisis previa, ¡y luego de aumentar en meses de épocas de expansión económica! Si bien la política monetaria fue levemente procíclica en 2009 también, esta vez parece tener un sesgo aún más pronunciado en ese sentido.

Sin embargo, la mayor diferencia en la política económica radica sin lugar a dudas en la política cambiaria:

 
Fuente: BCRA y blog Cosas que Pasan.


A fines de 2008, cuando empezó el punto más álgido de la crisis internacional luego del derrumbe de Lehman Brothers, el gobierno argentino validó una depreciación del tipo de cambio nominal. Gracias a la política monetaria levemente contractiva antes mencionada, esta depreciación nominal fue acompañada de una caída en la tasa de inflación, lo cual permitió una pequeña depreciación del tipo de cambio real multilateral. Este accionar sirvió para mejorar la competitividad de la economía, absorber el shock externo sufrido y meses más tarde retomar la senda de crecimiento económico. En esta oportunidad, el gobierno aceleró solo levemente la tasa de depreciación y no ha sido capaz hasta el momento de reducir la tasa de inflación, con lo cual el tipo de cambio real ha continuado la tendencia a la apreciación registrada en los últimos años, en lugar de absorber el shock externo de los últimos meses.


¿Por qué no repetir entonces la relativamente exitosa experiencia de 2009 en vez de utilizar desvaríos tales como los controles a la compra de divisas y a las importaciones? Una depreciación del tipo de cambio nominal, en conjunción con una menor tasa de expansión de la cantidad de dinero y una mayor tasa de interés que reduzcan la tasa de inflación, permitiría absorber el shock externo. Inclusive, la depreciación del tipo de cambio nominal implicaría un aumento en la recaudación fiscal por retenciones a las exportaciones agropecuarias, que podría ser destinado a financiar un programa de expansión del gasto público. 


Es difícil entender la lógica de la política económica actual, pero evidentemente quienes estaban a cargo de la misma en 2009 (en especial, de la política monetaria y cambiaria, donde ha cambiado radicalmente el perfil de las autoridades) eran mucho más idóneos que los funcionarios actuales. Dicen que lo último que se pierde es la esperanza, con lo cual todavía creo por mi parte que corregirán el rumbo. Lo cierto es que el gobierno habla en contra de las medidas de ajuste europeas en época de recesión, pero aplican localmente  la misma lógica de política económica con otros instrumentos. Mientras tanto, el estimador mensual de actividad económica publicado pya mostró una contracción interanual en Mayo 2012, esta semana se anunció un demorado ajuste parcial de tarifas públicas y los que empiezan a pagar los platos rotos por el gobierno son los ciudadanos argentinos.

miércoles, 11 de julio de 2012

Muchas regulaciones, poca sensatez

Hago un interludio en el tema de la caída en el nivel de actividad para analizar una medida tomada recientemente por el gobierno argentino. El miércoles de la semana pasada se anunció una nueva medida del BCRA, mediante la cual se obligará a los principales bancos privados y provinciales a prestar un 5% de sus depósitos a empresas. Estos préstamos serán a una tasa fija y regulada (BADLAR, que es la tasa promedio de plazos fijos de más de un millón de pesos a 30-35 días, más 400 puntos básicos, lo cual da hoy en día un 15% aproximadamente), tendrán un plazo no menor a 3 años y deberán ser desembolsados en el transcurso de un año. Luego del anuncio, las acciones de los bancos que integran el índice MERVAL han caído sin interrupción. El Galicia lleva acumulada una disminución de 7,7% desde el máximo del 4 de julio hasta ayer, mientras que la cotización del Macro se ha reducido 10,6% y el Francés 8,4% también desde esa fecha.
Obviamente, este tipo de intervenciones deberían tener algún efecto directo en los balances de los bancos. Para esto, voy a recurrir a un ejemplo muy simplificado de un balance bancario, pero que sirve a mi criterio para ilustrar los efectos que tendrá inicialmente esta medida, al menos a grandes rasgos. Supongamos que tenemos una entidad bancaria con la siguiente hoja de balance:
Activo$100Tasa Activa40%
Pasivo$90Tasa Pasiva10%
Patrimonio Neto$10Spread30%
Intereses a cobrar$40
- Morosidad Ints. (3%)$1.20Margen s/ Intereses76.8%
Intereses cobrados$38.80Resultado s/ Intereses17.5%
- Intereses pagados$9ROA6.8%
Margen Bruto$29.80ROE68.0%
- Gastos "fijos"$20Tasa de inflación20.0%
-Morosidad Capital (3%)$3ROA "real"-13.2%
Resultado$6.8ROE "real"48.0%

Los activos son básicamente préstamos, mientras que los pasivos corresponden a depósitos de individuos y empresas. Supongo que la entidad bancaria obtiene estos fondos a una tasa de interés del 10% anual y los presta a una de 40% anual, que son aplicadas en forma directa sobre los activos y los pasivos para calcular los intereses (hago abstracción aquí de algunas cuestiones que no afectan las conclusiones finales para simplificar el ejemplo, tales como la existencia de préstamos y depósitos con distintos plazos de vencimiento, las diferencias entre tasa nominal y tasa efectiva y otras cuestiones que harían más intrincados los cálculos, como un esquema de capitalización mensual de los intereses). Parte de los fondos que otorga el banco no son repagados, con lo cual asumo arbitrariamente una tasa de morosidad sobre los créditos otorgados de 3% que se supone históricamente baja (tal como ocurre actualmente en el sistema bancario argentino), y hay una tasa de inflación del 20% anual. Los gastos "fijos" no son tales en sentido estricto, sino que hacen referencia a la estructura de egresos operativos del banco (principalmente gastos en personal), pero se consideran fijos en el sentido de que no están directamente vinculados al nivel de activos o alguna otra medida del volumen de negocios del banco en el muy corto plazo.

Como vemos en este balance, la empresa obtiene un resultado final positivo por $6.8, que representa un 6.8% de los activos y un 68% de la inversión de los accionistas (es decir, del patrimonio neto o equity). Si les restamos la tasa de inflación, podemos ver que los activos pierden valor en términos reales al cabo de un año en este ejemplo en particular. Sin embargo, centraremos nuestra atención en el retorno sobre la inversión (que sí es positivo en términos reales, aunque el análisis también sería válido si no lo fuera), que es lo que interesa al banco y a sus accionistas. Veamos ahora qué pasa si modificamos este balance, introduciendo una regulación del gobierno que obligue a la entidad bancaria a prestar un 5% de sus activos a una tasa de interés inferior, por ejemplo de 15%:

Activo$95Tasa Activa libre40%
Activo "regulado"$5Tasa Activa regulada15%
Pasivo$90Tasa Pasiva10%
Patrimonio Neto$10Spread29%
Intereses a cobrar$38.75
- Morosidad$1.16Margen s/ Inteseses76.1%
Intereses cobrados$37.59Rentabil. s/ Intereses14.9%
- Intereses pagados$9ROA5.6%
Margen Bruto$28.59ROE55.9%
- Gastos "fijos"$20Tasa de inflación20.0%
- Morosidad Capital$3ROA "real"-14.4%
Resultado$5.59ROE "real"35.9%


En este caso, los intereses a cobrar se calculan como un 40% de los activos "libres" (95%) y un 15% de los activos "requeridos" o "regulados". En principio, manteniendo constantes la tasa de morosidad sobre el activo total y los intereses, la tasa de interés a la que se fondea el banco, la tasa de inflación y los gastos, el resultado final se reduce a $5.59. El retorno sobre el activo y sobre la inversión se reducen en forma proporcional. Sin embargo, si les restamos la tasa de inflación, el retorno real de la inversión cae aún más: claramente, el banco y sus accionistas se ven perjudicados por la medida, aún más de lo que parece a primera vista si miramos el rendimiento real en lugar del nominal.

Cabe reflexionar entonces sobre tres cuestiones. Primero, lo más probable es que el banco reaccione a esta medida e intente mantener la rentabilidad de la inversión, para sostener el rendimiento que obtienen sus accionistas (o al menos evitar que se reduzca lo más posible). Para lograr esto, debería aumentar la tasa de interés activa (lo cual elevaría los intereses cobrados, aunque esto también es posible que deteriore la calidad de su cartera de créditos y eleve la morosidad en cierta medida) y reduciría su estructura de gastos (básicamente, recortaría personal, gastos en personal u otros gastos operativos) procurando mejorar el resultado final. Si esto lo hacen varios bancos al mismo tiempo, implicaría una contracción del nivel de actividad y empleo del sector que probablemente tendría consecuencias en el resto de la economía.
 
Segundo, si bien el alcance de esta medida es limitado (al fin y al cabo, es solo el 5% de los depósitos) y por lo tanto también lo sean sus efectos, fue acompañada de varias declaraciones contra el accionar de los bancos, tales como la curiosa frase "van a tener que aprender a prestar" de la presidente del BCRA Mercedes Marcó del Pont. Aquí yace la raíz de mi preocupación sobre esta medida: teniendo en cuenta los antecedentes y el discurso de este gobierno, resulta dudoso que no "vayan por más" y amplíen este tipo de políticas en el futuro. Si comienzan a generalizar este tipo de medidas, su efecto dejará de ser limitado.
Por último, pareciera ser que los funcionarios gubernamentales están cada vez más desconectados de la realidad. En un esquema con una tasa de inflación del 20% o superior y una tasa de interés real negativa para los depósitos, los más perjudicados no son los bancos y sus accionista, sino los ahorristas. Para explayarme un poco más, al tomar este tipo de medidas y obligar a prestar a los bancos a tasas reales negativas, los accionistas ven reducirse el retorno que obtienen sobre su inversión. Sin embargo, lo más preocupante no me parece esto, ni nada de lo que he hecho en este pequeño ejercicio. Lo más grave es que resulta imposible que alguien que desea ahorrar pueda obtener una tasa de interés real positiva (o al menos nula) que preserve el valor de sus ahorros a lo largo del tiempo, si obligamos a los bancos a prestar a una tasa de interés inferior a la inflación. Hoy en Argentina no hay incentivo alguno al ahorro privado doméstico (no tenemos instrumentos bancarios en moneda local que rindan por encima de la tasa de inflación), tampoco hay ahorro público (el gobierno nacional registra un déficit fiscal y hay varias provincias que también están en dificultades en este sentido) y no existe afluencia de crédito externo. ¿Cómo piensan financiar el crédito a la inversión que desean direccionar? Lo que deberían estar haciendo los funcionarios del gobierno argentino es preguntarse cómo bajar la inflación e incentivar el ahorro. Probablemente encontrar la forma de direccionar el crédito hacia la inversión sea mucho más fácil luego de hacerlo, ya que sería factible encontrar un esquema en que todos (empresas, ahorristas, bancos y gobierno) salgamos ganando.

martes, 3 de julio de 2012

Algunas consideraciones sobre la desaceleración argentina

En mi última nota, hablé sobre la recesión que se cierne sobre la economía argentina, recurriendo simplemente a una mera observación de una serie de indicadores económicos y sin mencionar sus causas. Con respecto a este punto, el gobierno ha parecido apuntar a las dificultades que atraviesa la economía mundial, posición que es políticamente lógica: el problema no somos nosotros, sino "ellos". Irónicamente, el gobierno argentino (cuyos funcionarios suelen ensalzar su propia heterodoxia) toma así una posición cercana a la de las teorías económicas más ortodoxas, que modelan los episodios de crisis a través del efecto de shocks exógenos sobre la economía estudiada. Para ser totalmente sincero, poco me importa si el argumento del Gobierno es ortodoxo o no, sino si es cierto. La hipótesis contrapuesta sería que la actual crisis ha sido originada por decisiones erróneas de política económica. ¿Refleja alguna de estas dos explicaciones lo que ocurre hoy en la economía argentina en forma completa?

En primer lugar, recurro a algunos indicadores que ya utilicé en mi nota anterior. Observemos primero la tasa de variación de la producción industrial y el nivel de actividad:

Fuente: INDEC

Las principales modificaciones en la política económica en los últimos meses fueron dos: la restricción a la compra de dólares y la implementación de licencias no automáticas para todas las importaciones. Como puede observarse, si bien el estimador mensual de actividad (EMAE) empieza a mostrar una desaceleración recién a partir de noviembre pasado (mes en el cual entraron en vigencia las restricciones cambiarias y comenzó la primer corrida bancaria contra los depósitos en dólares), el estimador mensual industrial (EMI) registra una desaceleración en su tasa de crecimiento a partir de Agosto 2011, la cual se fue profundizando posteriormente. Asimismo, el índice de demanda laboral elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella exhibe una tendencia decreciente que comenzó en Junio 2011 (también antes de la implementación de la mencionadas medidas), mientras que el índice de confianza del consumidor tocó un máximo en Septiembre 2011 y su tendencia decreciente comenzó en Octubre 2011:


Fuente: UTDT

Queda claro entonces que el deterioro de la actividad económica comenzó con anterioridad a las medidas implementadas por el gobierno, pese a que la desaceleración no se vio reflejada en principio en el EMAE. ¿Qué es lo que originó entonces esta situación? Probablemente la causa esté vinculada a la situación del principal socio comercial argentino:

Fuente: IBGE

La economía brasilera se ha venido desacelerando constantemente durante 2010-2011 y su tasa de crecimiento ha caído por debajo del 3% a partir del tercer trimestre de 2011. Tratándose del principal socio comercial argentino, queda claro que el impacto de una desaceleración en Brasil no se puede considerar trivial bajo ningún punto de vista.

Queda claro que el origen de la incipiente crisis no han sido entonces las medidas del gobierno argentino. ¿Puede considerarse entonces que las mismas hayan sido convenientes o al menos irrelevantes? Tampoco parece ser esta la posición correcta, a menos a juicio de quien escribe. Volviendo a los gráficos anteriores, la aceleración en la caída de la confianza de los consumidores parece darse a partir de Noviembre (cabe mencionar que el aumento de Enero probablemente tenga un componente estacional, ya que este indicador ha aumentado siempre en mayor o menor medida durante dicho mes en los últimos años), mientras que la caída en las tasa de crecimiento del nivel general de actividad se observa también a partir de dicho mes. Por ende, estas medidas han sido al menos inefectivas para moderar el deterioro en el corto plazo y más bien parecen haber profundizado las actuales tendencias recesivas. Observando los últimos datos del INDEC sobre comercio exterior, queda aún más clara la inconveniencia de las políticas del influyente Sr. Moreno, actual Secretario de Comercio Exterior:

Fuente: Intercambio Comercial Argentino, INDEC

Las importaciones cayeron 8% (medidas en cantidades) durante los primeros 5 meses del año, siendo los bienes de capital destinados a inversión los más afectados con una contracción del 24% interanual; en el mismo período, las exportaciones crecieron apenas un 1% en cantidad. El escenario es aún más preocupante cuando se desagregan las exportaciones, ya que estas no han caído básicamente gracias a un aumento del 11% en las ventas de bienes primarios al exterior; en cambio, las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario e industrial han registrado ambas una reducción de 1%. Por último, cabe destacar que este último rubro mostró una caída de 10% en Abril (que no puede observarse en este gráfico, pero puede consultarse en la página del INDEC) y de 14% en Mayo. 

El gobierno argentino parece enfrentar esta coyuntura con muchos menos grados de libertad que en la crisis de 2008-2009, dado que la economía presenta ya desde hace varios años algunos signos de debilitamiento, tales como una persistente fuga de capitales, un estancamiento en el nivel de reservas internacionales y una tasa de inflación moderadamente elevada. Sin embargo, la principal modificación parece ser el cambio en la lógica de la política económica. Si bien siempre ha mostrado un sesgo intervencionista, el gobierno se había encargado de implementar políticas anticíclicas durante la crisis de 2008-2009, como por ejemplo la validación de una mayor tasa de depreciación del tipo de cambio nominal y un programa fiscal de subsidios de puestos laborales que procuraba sostener el nivel de empleo. En esta oportunidad, parece más bien predominar la lógica del ajuste y recién en los últimos días se han hecho algunos anuncios de raíz contracíclica y keynesiana, en particular un programa de créditos para la construcción de viviendas y otro para jubilados y pensionados. Ciertamente se trata de un ajuste "maquillado" y parece diferenciarse de aquel aplicado en la Argentina de 1999-2001 y de las actuales reducciones del gasto público en Europa, pero no por eso dejan de ser políticas procíclicas y altamente inconvenientes para esta coyuntura, en el sentido de que parece estar profundizando la desaceleración de la economía. Procuraré dar un panorama más amplio sobre la política económica de los últimos meses y la lógica detrás de la misma en el próximo artículo.