domingo, 19 de agosto de 2012

Buscando la tendencia

La situación de la economía argentina está generando diferentes opiniones entre los analistas económicos. ¿Estamos entrando en recesión o se trata solo de una desaceleración? ¿Si es una desaceleración, es solo temporal o estamos en una transición hacia tasas de crecimiento moderadas? Veamos los datos de coyuntura económica que fueron publicados recientemente.

Por un lado, el EMAE ha mostrado en Junio una tasa de variación  interanual nula (sorpresivamente, ya que muchos esperábamos un dato interanual negativo). Habiendo mostrado en Mayo un valor negativo, esto parece ser una buena noticia, ya que podría indicar el inicio de una recuperación de las tasas de crecimiento exhibidas previamente.

Fuente: INDEC

Por un lado, resulta imposible no dudar de los datos del INDEC. Desde el comienzo de la intervención del INDEC, las manipulaciones del índice de precios al consumidor han sido manifiestas. Además, una buena parte de los analistas y economistas independientes consideraron que la recesión de 2009 fue subestimada tanto en el estimador mensual de actividad económica como en el PBI trimestral que publica el INDEC, basando su argumentación en estimaciones llevadas a cabo por consultoras privadas. 

Por el otro, en la coyuntura actual pareciera que hay algunos sectores que se han visto favorecidos y otros que siguen mostrando dinamismo. El sector de intermediación financiera no exhibe signos contractivos hasta el momento, más allá de cierta suba de las tasas de interés y una huida de los depósitos en dólares. Esta última tiene más que ver con el deseo del sector privado de asegurarse que dichos fondos no podrán ser alcanzados por el gobierno, que con dudas respecto a la solvencia del sistema bancario. A su vez, algunos sectores industriales, como el textil y fabricación de papel/cartón, fueron claramente beneficiados por las medidas de restricción a las importaciones y compra de divisas impuestas por la administración nacional.

Más allá de los sectores industriales beneficiados, no puede dejar de observarse que el nivel de actividad industrial sigue contrayéndose por el momento:

Fuente: INDEC

Como ya he mencionado en notas anteriores, la caída en la producción industrial es explicada principalmente por el complejo automotriz, que ha sido afectado por la desaceleración de la economía brasileña (principal destino de la producción automotriz local) y las restricciones a las importaciones. Los problemas en el sector automotriz no son triviales, ya que se trata del principal sector industrial argentino. Sin embargo, éste es también la principal fuente de esperanza acerca de una reactivación en la segunda mitad de 2012. Brasil ha implementado medidas anticíclicas en los últimos meses que deberían comenzar a surtir efecto en dicho período, derramándose sobre la economía argentina. 

Y aquí subyace otra incipiente buena noticia. Podríamos pensar que la creciente apreciación cambiaria traería dificultades para colocar exportaciones argentinas en Brasil. Pero, en los últimos dos meses, el banco central argentino parece estar cambiando levemente su posición respecto a la política cambiaria, ya que ha permitido una depreciación más acelerada del tipo de cambio oficial:

Fuente: BCRA y blog Cosas que Pasan

Sin embargo, persisten dos malas noticias por este frente. En primer lugar, si bien aún es muy pronto para sacar conclusiones, la mayor tasa de depreciación de Junio no se tradujo en una menor tasa de apreciación cambiaria real en dicho mes (el dato de tipo de cambio real de Julio aún no está disponible). Esto se debe a que la tasa de inflación no se ha reducido todavía y sigue en el orden del 20-25% anual. En la crisis de 2009, el banco central pudo elevar el tipo de cambio real multilateral gracias a que la depreciación del tipo de cambio nominal fue acompañada de una política monetaria contractiva (menor tasa de expansión del circulante y suba de tasas de interés), algo que las actuales autoridades parecen más renuentes a llevar a cabo.

En segundo lugar, el gobierno nacional no parece dispuesto a dar marcha atrás con las restricciones a la compra de divisas y el desdoblamiento "de facto" del tipo de cambio que estas implican. El tipo de cambio paralelo o libre (conocido como "blue" localmente) fluctúa entre $6 y $6,50, mientras que el oficial se ubica actualmente alrededor de $4,60. Entre muchos otros problemas, esta situación genera un potencial desincentivo a las exportaciones: cuando consiguen autorización para importar insumos o maquinarias, las empresas deben pagarlas con dólares comprados al tipo de cambio libre, ya que gran parte de los pedidos para adquirir divisas son actualmente negados o autorizados por montos muy inferiores a lo solicitado; en cambio, las empresas que exportan deben liquidar sus ventas al exterior al tipo de cambio oficial.

Las inconvenientes medidas de política económica local siguen superando lamentablemente a las buenas noticias en este mismo frente. El gobierno argentino no ha levantado todavía las principales medidas impuestas en los últimos meses, las cuales aunque tienen poco de tradicional, no dejan de ser medidas de ajuste. Sin embargo, con una importante sequía en Estados Unidos que ha hecho subir la soja por encima de los U$S 600 y una economía brasilera reactivándose, es poco probable que la economía argentina continúe contrayéndose. Pese a las medidas de ajuste locales, el clima norteamericano y Vilma Rousseff están haciendo política contracíclica por nosotros. La verdadera pregunta es si podremos volver a las tasas de crecimiento "chinas", lo cual parece poco probable en un país con reglas de juego cada vez menos claras y escaso respeto a la propiedad privada.


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