lunes, 3 de septiembre de 2012

Se extiende el cepo cambiario

Este viernes fue anunciada una nueva extensión del denominado "cepo cambiario" en Argentina. En esta oportunidad, el gobierno nacional decidió establecer un impuesto del 15% sobre las compras con tarjetas de crédito y de débito realizadas en comercios ubicados en el exterior. La medida no solo abarca a las compras que se realicen físicamente fuera del país, sino también a las transacciones llevadas a cabo por internet.

La razón de esta medida es bastante obvia. Desde la implementación de las restricciones a la compra de divisas, las personas que viajaban al exterior no disponían de efectivo para pagar sus gastos, excepto que adquirieran dólares en el mercado informal a un tipo de cambio superior al oficial. Por este motivo, comenzaron a utilizarse en mayor medida las tarjetas de crédito en el exterior, cuyos saldos en dólares tenían la ventaja de poder pagarse en pesos al tipo de cambio oficial. En los últimos meses, los saldos de tarjetas de créditos en dólares se habían disparado. De acuerdo a la serie diaria informada por el BCRA, el primer día hábil de 2012 los préstamos con tarjetas de crédito en moneda extranjera ascendían a U$S 203 millones, mientras que al 24 de agosto se ubicaban en U$S 453 millones, acumulando un alza de 123% en algo más de 7 meses.

La avanzada del gobierno nacional ha sido gradual. Todo empezó en octubre del año pasado, cuando en un intento por frenar la fuga de capitales que se experimentaba desde 2008 y que se había reactivado antes de las elecciones presidenciales llevadas a cabo en dicho mes, la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos) realizó una serie de operativos en casas de cambio. Las restricciones luego se fueron ampliando y "formalizando": autorización directa de la AFIP para adquirir divisas (no solo para ahorro, sino también para viajes al exterior), apertura obligatoria de una cuenta en dólares para poder hacer retiros en el exterior, reducciones en los plazos de liquidación para algunas industrias exportadoras (medida sobre la cual debió darse marcha atrás en algunos casos), compra de divisas únicamente a través de cheque o débito/transferencia en cuenta bancaria, completar una solicitud de AFIP para obtener más información de quienes compren divisas con el objeto de viajar al exterior, etc. 

En cuanto al nuevo impuesto de 15% sobre las compras en el exterior, el argumento esbozado por Ricardo Echegaray, titular de la AFIP, fue que prefieren que los argentinos se queden a veranear (es decir, tomarse vacaciones) en el país. Si bien la promoción de la industria turística nacional es en principio un objetivo loable, lo cierto es que la afirmación tiene poco de creíble. Tomada en el marco actual, es claramente un avance más sobre la libertad de los argentinos para disponer del fruto de su trabajo y de su capital como deseen. El verdadero motivo de la medida es el intento de seguir cerrando las vías de fuga de capitales, atacando este mero síntoma en vez de las causas de la enfermedad. Asimismo, otro argumento que se utilizó para relativizar la medida es que este impuesto podrá ser luego deducido del impuesto a las ganancias (o bien ser tomado como crédito fiscal para otros impuestos). Sin embargo, deben considerarse dos cuestiones al respecto. 

Primero está el hecho de que el gobierno estaría adelantando de facto el pago del impuesto a las ganancias y otros impuestos. Si bien al contribuyente se le deducirían los montos de sus compras en el exterior, estas deducciones se presentarían recién en mayo del año que viene en la declaración jurada de dicho impuesto y se comenzarían a aplicar con posterioridad, con lo cual el gobierno recaudaría hoy y deduciría el monto recaudado dentro de varios meses. En otras palabras, el contribuyente estaría financiando al gobierno nacional a una tasa de interés nula. Esto no es trivial si además se toma en consideración que la tasa de inflación ronda el 20-25% de acuerdo a estimaciones privadas, lo cual implica que la devolución que hará el gobierno al contribuyente dentro de varios meses en forma de deducción impositiva tendrá un poder adquisitivo significativamente inferior al actual. En segundo lugar, con un gobierno que ha cambiado reiteradamente las reglas de juego en los últimos años y sobre todo en los último meses, ¿quién puede confiar en que dentro de un tiempo no se quite también la posibilidad de efectuar estas deducciones impositivas?

Las palabras de estos párrafos son seguramente incapaces de reflejar la complejidad que se ha adueñado del mercado cambiario a partir de las medidas tomadas en los últimos meses. Como consecuencia de las mismas, nos encontramos hoy ante un desdoblamiento del mismo. Por un lado, tenemos un tipo de cambio que ronda los 4,60/4,70 pesos por dólar, aplicable a la liquidación de exportaciones, a las importaciones que el mismo gobierno autoriza, a las escasas ventas de divisas para turismo en el exterior, etc. Por el otro, un dólar a 6,30/6,40 pesos por dólar para ahorristas, el remanente de turismo en el exterior que no puede adquirir divisas en el mercado oficial, giros de extranjeros a sus familiares en el exterior, fuga de divisas, operaciones inmobiliarias, etc. Por último, ahora tenemos un dólar "tarjeta" para comprar en el exterior, que tendría una cotización conformada por el tipo de cambio oficial más un 15%. Este desdoblamiento, además de ser sumamente inconveniente para el normal desenvolvimiento de las actividades económicas privadas, también lo es para el gobierno, ya que ha generado los efectos negativos de una depreciación del tipo de cambio sin que el gobierno pueda disfrutar de los positivos (por ejemplo, la mayor recaudación impositiva en moneda local derivada del pago de retenciones a las exportaciones agropecuarias).

Resulta difícil entender por qué el gobierno ha preferido todo este embrollo a la simple depreciación del tipo de cambio que la deteriorada (pero para nada grave) coyuntura externa requería. Releyendo a Milton Friedman en  una de sus obras cumbre, encuentro un párrafo interesante para  pensar la situación argentina: "Una parte esencial de la libertad económica consiste en la facultad de escoger la manera en que vamos  a utilizar nuestros ingresos: qué parte vamos a destinar para nuestros gastos y qué artículos vamos a comprar; qué cantidad vamos a ahorrar y en qué forma; qué monto vamos a regalar y a quién." (Libertad para Elegir, 1979, pp.98). A su vez, cuando hace unos meses se aprobó la última reforma de la carta orgánica del Banco Central, resulta ser que la actual presidente del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, dijo: "Con esta reforma empezamos a bajar unos cuantos cuadros del Banco Central, como el de Milton Friedman". Parece difícil entonces que, si estos son los conceptos de las autoridades actuales, muestren al menos un mínimo de respeto por las libertades económicas de los ciudadanos.

Algunas páginas más adelante, la misma obra de Friedman nos deja entrever implícitamente cuál parece ser el verdadero origen del aparente convencimiento de las autoridades acerca de la política económica actual: "La libertad no puede ser absoluta. Vivimos en una sociedad interdependiente. Algunas limitaciones a nuestra libertad son necesarias para evitar otras restricciones todavía peores. Sin embargo, hemos ido mucho más lejos de ese punto." (op. cit, pp. 104). No creo que lo que le falte a las autoridades actuales sea defender posiciones liberales extremas, ni tampoco acatar a rajatabla los principios económicos enunciados por Milton Friedman u otro economista de alguna escuela liberal, sino una dosis de esta mezcla de ética y pragmatismo intelectuales exhibido por Friedman hace algunas décadas. Lamentablemente, a esta altura parece imposible siquiera soñar con que las autoridades argentinas se identifiquen con estos principios, ni que les interese los perjuicios que causan sus recientes medidas económicas a los ciudadanos argentinos y al Estado.

3 comentarios:

  1. Muy buen post. Me dejó pensando un poco la cita de Milton. Parecería que el único que puede tener la libertad de elección, sin importar el desmedro hacia el ciudadano de a pie, es la autoridad de turno. Esto se ha retirado en la historia de nuestro país al menos desde los `80.
    Lo único que puede argumentar tales acciones es esa especie de idea de perpetuidad en el poder y si no es éste último, es la imagen que se quiere construir en torno a la idea acerca de que la culpa nunca fue de nosotros sino que es la realidad misma que nos golpea duramente sin merecerlo.
    Algún día, espero verlo, nos daremos cuenta que el corto plazo es para hoy solo para hoy.

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  2. Gracias Tincho. Si, yo agregaría que la libertad de elección de la autoridad de turno no ha sido solo en desmedro de la libertad del ciudadano de a pie, sino también de la "libertad" del Estado para hacer política económica (entendiendo al Estado como algo distinto al gobierno de turno y que perdura en el tiempo, obviamente). Esta situación también la pagan los ciudadanos de a pie cuando termina quedando como única opción tomar medidas extremas (rodrigazo, corralito, devaluación del 2002, el actual cepo cambiario, etc.), lo cual se podría evitar si los gobernantes simplemente se ajustaran a las circunstancias a tiempo.
    Ojalá llegue ese día, pero es raro encontrar e inclusive imaginar un argentino con capacidad de autocrítica: los ciudadanos de a pie le echan la culpa a la clase política, a la empresaria, a los sindicatos, etc.; los políticos a otros políticos, a potencias extranjeras, a corporaciones/monopolios/empresarios, etc.; los empresarios a los políticos o a los trabajadores/sindicatos; los sindicatos a los empresarios y a algunos políticos. ¿Algún día nos daremos cuenta que el problema somos cada uno de nosotros? Lo mismo aplica al tema de querer perpetuarse en el poder... el problema no son los políticos, sino que somos nosotros como sociedad que les permitimos hacer lo que quieran.

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  3. Si, coincido con lo que planteas y hay una trasfondo un poco más al detalle mínimo, si se quiere, pero no menos importante que es la equivalencia Ricardiana planteada por Barro. En este sentido, todas las épocas de exuberancia se deben pagar en algún momento. Hasta me trae el recuerdo de la famosa frase de Friedman (si no me equivoco) donde decía algo así como:`` mi almuerzo gratis en la universidad alguien lo tiene que pagar´´.
    Si miramos el mediano y largo plazo, los cuales a mi modo de observar, son consecuencias directas del presente aunque no totalmente causales (dada la existencia de shocks exógenos o cines negros á la Thaleb).
    Tu planteo es realmente correcto. Si bien, seguramente los hacedores de política económica como los dirigentes netamente políticas tienen que comenzar con algo que no es un paraíso, con esto quiero decir que desde algún punto tienen que tomar decisiones rápidas al inicio de sus gestiones con lo cual el día a día siempre tiene algún tipo de decisión de naturaleza cortoplacista, entendiendo ésta como menos óptima para minimizar los problemas de la prociclidad. Pero, nuevamente, desde algún lado debemos comenzar a ser al menos más pensantes al votar y menos pasionales.
    Creo que a lo largo de la historia nos ha faltado mucho el sentarse en la mesa de los acuerdos en aras de coordinar entre todos a este país inequitativo y sesgado a Buenos Aires.

    PD (y otro tema): espero que en breve se venga la tercera parte de Notas sobre Crisis.

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