lunes, 17 de septiembre de 2012

¡Cuidemos la inversión!

Un par de notas más atrás mencioné marginalmente el tema del escaso respeto a la propiedad privada y las reglas de juego cada vez menos claras en Argentina. Se trata de un tema que ha sido mencionado reiteradamente en nuestro país en los últimos años, en algunos casos con fundamentos más sólidos, otras veces con raíces más ideológicas. Independientemente de cuál sea el motivo que nos conduzca criticar este aspecto de la economía argentina de los últimos tiempos, parece razonable decir que en el largo plazo existe un correlación positiva entre el respeto a las instituciones y cierto resguardo básico de la propiedad privada y el crecimiento y desarrollo económico. Este tema justamente ha alcanzado cierta relevancia en los últimos días con la publicación del libro "Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty" de Daron Acemoglu y James Robinson.

¿Cómo estamos en Argentina en lo que respecta a este punto? Bueno, antes que nada dejemos de lado cualquier posición ideológica que podamos tener y vayamos a los datos duros, al menos en lo que respecta a inversión:

Fuente: INDEC

Como se puede observar, en los últimos dos años la tasa de inversión sigue por debajo de los niveles máximos observados antes de la crisis de 2009. Sin embargo, debe destacarse que aún es superior a la de la década de los  '90 y que la inversión en bienes durables ha liderado la recuperación de la tasa de inversión desde 2009. Esto ha permitido que este tipo de inversiones gane terreno dentro de la inversión total, en detrimento de la inversión en construcción y pese al boom inmobiliario registrado en los últimos años. Esta afirmación se vuelve aún más robusta si miramos la tasa de inversión a precios constantes (es decir, excluyendo el efecto de las variaciones de precios):

Fuente: INDEC

Es innegable entonces la tendencia observada en los últimos años en favor de la inversión "productiva", en detrimento de la inversión asociada a la construcción (sin querer con esto tener una actitud peyorativa hacia este tipo de inversiones). En resumen, el Gobierno parece haber logrado darle un perfil cada vez más "productivo" a la tasa de inversión de la economía argentina.

Por otro lado, no puede omitirse el hecho de que esta inversión productiva se ha llevado a cabo en un contexto externo notablemente favorable para nuestra economía. Más allá de que se considere a la bonanza de estos últimos años una consecuencia de "buenas" políticas económicas o de "buena suerte" (o bien, una combinación de ambas), quien intente ser objetivo no puede dejar de preocuparse en cierta medida por aquellas lecciones de la ciencia económica que resaltan la importancia de las instituciones en el largo plazo. En los últimos años, Argentina ha pasado del puesto 93 al 125 en el índice de calidad institucional que publica Martin Krause para el ESEADE y el CIIMA (el cual puede consultarse aquí). En este sentido, es una inquietud más que razonable preguntarse si el incremento en la inversión es sostenible en la medida en que Argentina siga mostrando un deterioro en sus indicadores institucionales y una vez que el ambiente externo favorable se diluya, ya sea por motivos externos o internos.

Un principio de respuesta puede encontrarse en el comportamiento que han exhibido las importaciones de capital durante 2012, luego de la implementación de las restricciones a la compra de divisas y fundamentalmente a las importaciones. De acuerdo al Institudo de Estadísticas y Censos (el cual está intervenido "de facto" por el Gobierno Nacional), la Inversión Interna Bruta Fija (IBIF) empezó a caer en el tercer trimestre de 2011, aunque a una tasa bastante leve de 0,5% de acuerdo a los datos desestacionalizados. En los dos trimestres siguientes, la tasa de reducción de la IBIF fue de 2,5% y 1,2%. Aunque estos datos parecen leves, es solo una parte mínima de la película: las importaciones de bienes de capital (que constituyen una gran parte de la inversión en equipos durables, ya que este tipo de bienes no suelen producirse en Argentina, sobre todo cuando se trata de maquinarias destinadas a industrias) disminuyeron un 19% en los primeros siete meses de 2012, mientras que las importaciones de piezas y accesorios para bienes de capital lo hicieron a una tasa de 5%.

¿Tiene sentido restringir las importaciones de estos bienes, ya sea en forma directa o bien tomando medidas que afecten la confianza de los consumidores y de los inversores? Si no es indefectiblemente negativa, la respuesta se encuentra envuelta al menos en un gran velo de duda. ¿Era necesario cambiar las reglas de juego de un día para el otro y restringir el acceso a importaciones y divisas? ¿No hubiera sido mucho más simple dejar depreciar el tipo de cambio? Aún cuando esto hubiera implicado un encarecimiento de los bienes de capital que se importan, probablemente el sector empresario habría aceptado este costo en la medida en que las exportaciones se hubieran vuelto más competitivas (o bien hubieran aumentado de precio en moneda local, si de commodities se trata).

Mientras los funcionarios nacionales se preocupan más por despreciar las protestas (la última manifestación en contra del Gobierno Nacional tuvo lugar el 13/9 y fue sin lugar a dudas masiva, independientemente del hecho de que se esté de acuerdo o no con la misma) y dedicarse a cuestiones triviales (como enviar a la Administración Federal de Impuestos a perseguir a voces discordantes y descolgar el cuadro de un premio Nobel en el Banco Central), el país sigue necesitando políticas económicas consistentes que se ocupen de los problemas reales y que mantengan cierta estabilidad en las reglas de juego. Mientras sigamos discutiendo cuestiones insignificantes que solo le importan al poder de turno y no logremos consensuar estas cuestiones, la trampa de la pobreza y el subdesarrollo, en la que Argentina aún está atrapada, seguirá a la vuelta de la esquina. Sin lugar a dudas, un ambiente que fomente e incremente aún más la inversión "productiva", así como el respeto a ciertas reglas de juego básicas inherentes a una economía de mercado, es un factor clave que no deberíamos despreciar.

1 comentario:

  1. Muy bueno Nico.
    A propósito de la referencia que citas de Acemoglu y Robinson; en una entrevista a IECO, el primero de los autores alude a los problemas institucionales que tiene la región en general, y particularmente Argentina en relación a sus políticas económicas.
    En este sentido, es realmente importante destacar tanto que el objetivo de las políticas sean sustentables y consistentes con metas de estabilidad tanto económicas como a lo que políticas se refiere.
    Parecería que los gobiernos de turno piensan que las instituciones tienen que ser acomodantes a sus objetivos particulares (partidistas y de elección perpetua en muchos casos). No estoy de acuerdo. La sociedad le traslada el poder pero las instituciones deberían gozar de un lugar insoslayable en las naciones, también so parte de la riqueza.
    Estoy seguro que la relación gobierno-instituciones que mencioné, debería ser en sentido contrario. Desde esta óptica, obtendremos la deseada estabilidad y mejores perspectivas.

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