sábado, 4 de mayo de 2013


¿El mensaje económico de Hamlet?


En un conocido pasaje de la obra del exquisito dramaturgo inglés William Shakespeare (Siglo XVII); La Tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca; Hamlet le propina un mensaje dramáticamente notable a su conocido amigo Horacio: hay más cosas en la tierra y en los cielos, Horacio, que lo que piensa tu filosofía.


Francamente debemos admitir que es un mensaje que se extiende a la mayoría de las realidades que toda persona y país pueden enfrentar. Entre otros aspectos, la manera en que abordamos un problema está fuertemente relacionada con nuestros aprendizajes previos, las circunstancias y con la naturaleza del mismo que, a su vez, depende, en términos generales, del tiempo y espacio. Pensemos en los problemas que debíamos afrontar en nuestra niñez, adolescencia (adolecíamos) y en nuestro tiempo actual; al realizar este ejercicio es inmediato el advenimiento de recuerdos distintos para circunstancias que en muchos casos eran similares.  

Las maneras de afrontar las realidades coyunturales y estructurales las podemos enmarcar en un concepto como la filosofía. Se desprende entonces, que no solo nuestra filosofía puede ser la  correcta o la menos incorrecta de todas en cada momento del tiempo, quién sabe: a individuos distintos les resultan correctos abordajes diferentes a problemas similares.

No obstante, sí sabemos que, como los individuos, también existen problemas a nivel agregado que son los que denominamos sociales y, dentro de éstos, están los relacionados con la economía de una sociedad que afectan nuevamente a los individuos.  

Los responsables de la política económica actual naturalmente tienen filosofías de vida distintas los cuales actúan de forma distinta sobre las decisiones respecto al abordaje de los problemas que deben resolver y en la actualidad no son menores. Uno de los ellos es la inconsistencia entre las variables nominales de la economía (cantidad de dinero, tipo de cambio y tasa de interés), la política fiscal (gasto público e impuestos) y el precio de los bienes y factores domésticos.

Los resultados de tales decisiones están en la realidad. Hasta el momento de escribir estas notas, la cantidad de dinero y el gasto público deficiente, como subsidios para sectores acomodados de la sociedad, crecen a tasas muy por encima de la dinámica de la economía real. Adicionalmente, los precios de los bienes y factores del orden del 25% anual, muy lejos del crecimiento e inversión sin omitir la productividad, parecen ir soltando amarras de la coordinación lograda en la primera etapa de la década de 2000.

El crecimiento del tipo cambio nominal respecto al dólar sigue siendo un hecho estilizado de nuestra economía al momento en que se producen tensiones internas. Era de esperar que la búsqueda de la sintonía fina de la gestión de la política económica convergiera nuevamente en una coordinación  sistémica de los fundamentales macroeconómicos. Sin embargo, la filosofía de los hacedores de política parece ser otra.

Las distorsiones de las variables económicas no deben ser desatendidas, pues si se realiza el ejercicio de omisión y perdón, solo se está dilatando la solución. Cuando esto sucede y ante escenarios que evidencian cierta profundización y perpetuación, las distorsiones se hacen cada vez más grandes. El error de omisión y subestimación requiere que en el período posterior los mecanismos de corrección sean más duros y prolongados. Hará faltan mecanismos más profundos que los estabilizadores automáticos generados por la política impositiva.

La multiplicidad de tipos de cambio que ha surgido luego de los controles cambiarios parece ser un reflejo de la multiplicidad en la filosofía de los responsables de la política económica. Es un escenario peligroso no actuar sobre el mercado cambiario haciendo caso a la omisión. Esta última es la madre de la inoperancia que se evidencia en los contertulios del gobierno y es el aspecto que actores con otras visiones sugieren que se modifique. Evidentemente alterar el tipo de cambio nominal es un riesgo no despreciable en contextos donde los demás precios tienen un comportamiento convergente hacia la zona de sobrerreacción. Es necesaria una suavización acordada de los precios antes de tomar una medida que modifique el tipo de cambio, de lo contrario ésta dinámica se acercará a una senda de aceleración sin control. Lamentablemente es una realidad posible y no deseable.  

En este sentido, postulamos que hay otras maneras posibles que la negación de los problemas que hoy tiene la economía doméstica, el mensaje adaptado de Hamlet por nosotros es claro: hay más filosofías en la tierra y en los cielos que lo que piensa tu filosofía económica.
                    

     

3 comentarios:

  1. Nunca más oportuno el penúltimo párrafo. Hoy justamente salió una nota en La Nación acerca de la multiplicidad de posiciones dentro del gobierno sobre qué hacer con la política económica. Básicamente hay tres "bandos": Moreno, Kicillof (cuyas recetas son bastante parecidas en realidad) y Lorenzino. Nota al pie: si lo que dice La Nación es cierto, sorprendentemente Lorenzino me pareció el menos insensato. Me imagino que también hay una cuarto "bando", a esta altura con mucho menos poder, que es Marcó del Pont, aunque no sabemos a ciencia cierta cuáles serían sus lineamientos.
    Claramente, hace falta un ministro de economía que coordine la política económica. Aunque esta coordinación debería incluir al banco central obviamente, también agregaría un presidente del banco central independiente... no en el sentido "ortodoxo" del término (al fin y al cabo, estoy pidiendo coordinación), sino que ponga límites a algunos aspectos como la financiación al tesoro nacional. Volver a un Lavagna y a un Redrado/Prat Gay sería lo más cercano a lo ideal.

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  2. Si, es un tema que se tiene que revisar profundamente. Sabemos que la política siempre estará por encima de un análisis económico, por más sesudo que sea.
    Me animaría a decir, con cuidado de no pecar por desconocimiento, que se estaría en condiciones de brindar algo de aire al proyecto que están llevando a cabo si se piensa en solucionar los problemas con cambios en el abordaje. Como decís hacia el final, hasta es necesario un cambio de nombres, efecto psicológico nada despreciable en el mercado.
    Acabo de leer la nota de La Nación, coincido con la postura del Ministro de Economía. No sabemos mucho lo que opina la presidente del Banco Central pero un desdoblamiento cambiario al igual que una devaluación brusca nos llevarían a dinámicas conocidas y peligrosas al menos en el corto plazo.
    Totalmente de acuerdo. Es de imperiosa necesidad la coordinación ya que si solo observamos un lado de la cuestión es como hacer una dieta durante el día y a la noche llevarnos varias barras de chocolate a la cama.

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  3. Me gustaría ponerme en contacto con ustedes para tratar un tema de colaboración en el ámbito económico financiero para nuestra comunidad Rankia Argentina http://www.rankia.com.ar/ . Por favor, envienme un mail a amparo@rankia.com

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