jueves, 7 de febrero de 2013

Una de las lecciones que Hume nos dejó y las dinámicas económicas limitadas.


En una obra monumental Hume (1752) plantea la necesidad que el aumento de la cantidad de dinero tenga una contrapartida en la economía real en aras de que la economía de la nación sea saludable, esto es: la dinámica del sistema de producción debe ser acompañada por la cantidad de dinero. Contrariamente, el crecimiento de la cantidad de dinero puede perjudicar a las naciones en términos de comercio exterior y doméstico.  

El planteo de Hume nos circunscribe a cierta contemporaneidad nacional por el simple hecho de que el contexto actual lo remite. Uno de los aspectos que configuran a esa realidad está dado por el fuerte aumento en el ritmo de expansión de la emisión monetaria (mayor oferta de dinero nacional) de los últimos meses que no se corresponde con la ampliación de la oferta productiva ni con el nivel de uso de la capacidad instalada. En un contexto de altos niveles utilización de la capacidad productiva, el ritmo de crecimiento de la cantidad de dinero debería seguir al aumento de la inversión de lo contrario el ajuste será inevitablemente por precios.  

Dicho esto, desde el segundo semestre de 2011 la economía argentina muestra una gran desproporción entre su dinámica real y el comportamiento de las variables nominales. A decir verdad, argumentamos que en condiciones de uso de capacidad instalada por encima del 70%, la dinámica de las variables nominales, esto es, los precios de los bienes y factores; está fuertemente determinada por la economía real, en este caso por la utilización de la capacidad instalada, hasta podríamos pensarla como un resultado de esta última. El aumento de la inversión debido a una mejora en las perspectivas del horizonte de cualquier economía en esa situación, ampliaría la capacidad instalada en el mediano y largo plazo y, a su vez, sustentaría el crecimiento del dinero.  Para el caso argentino, la caída de la inversión, el comercio exterior (exportaciones netas) y, en consecuencia, la desaceleración del ritmo de crecimiento del producto bruto interno, resultados del último año, no acompaña la hipótesis expuesta por David Hume. Cuando esto ocurre, el aumento de la cantidad de dinero para empujar una demanda doméstica por encima de la oferta, perjudica la salud de la economía de un país, tal como se viene observando en la argentina. Solo recordemos la noticia lamentablemente novedosa relacionada a la creación de empleo en 2012, el nivel de precios y el crecimiento económico.

Adicionalmente, en la publicación Ficciones de la realidad ya habíamos observado que el crecimiento de las economías difícilmente pueden ser sostenidos por una sola variable fundamental, pues si se intenta gestionar la política económica observando principalmente una sola variable (por ejemplo: el consumo), el ajuste de las demás se va a dar más temprano que tarde mediante la activación de los mecanismos de precios como la tasa de interés, los precios de los bienes y/o servicios y los salarios.

Otro de los puntos fundamentales a tener en cuenta, algo alejado de Hume pero que es importante en nuestra realidad, es el error de considerar que la naturaleza de la circunstancias actuales es permanente cuando estamos frente a una transitoriedad extendida. La crisis financiera internacional mostró que la Gran Moderación no fue una etapa que se podía extender en el tiempo sin extinguirse con eventos disruptivos, es difícil pensar que las condiciones radicalmente favorables para los mercados iban a durar infinitamente, alguien (siempre) debe pagar la cuenta.

Sin dudas, desde Septiembre de 2008 estamos en condiciones de decir que (entre otras cosas): las dinámicas económicas, a pesar de que conlleven beneficios a la mayoría, tienen un vencimiento. Con esto queremos poner sobre un escenario de pragmatismo a la sostenibilidad de los altos términos de intercambio los cuales han sido la principal variable que hizo, desde la adopción de un tipo de cambio de flotación administrada y con la fuerte demanda de nuestros productos exportables por parte de las economías de rápida industrialización como India y China, que la restricción externa se sustentablemente holgada por este varios años. La complacencia de pensar que estas economías conservaran el modelo de Lewis (1973) por un tiempo que va más allá de nuestros tiempos es algo rotundamente equivocado. Sería pensar que nuestros  cuerpos tendrá el aspecto de jóvenes por siempre.

Desde el inicio de los tiempos, autores como Hume planteaban la necesidad de gestionar rasgos de sustentabilidad a la macroeconomía de las naciones. Ex ante no existen las malas políticas, ex post los errores se ven y hay tiempo para modificarlos. Creo que este es el tiempo.





Bibliografía citada:

  • David Hume (1752); Political Discourses.  En Essays and Treatises on Several Subjects.
  • Lewis, W. A. (1973): “Desarrollo económico con oferta ilimitada de mano de obra”. En A. N. Agarwala y S. P. Singh (comp.), La economía del subdesarrollo, Madrid, Tecnos.       
                 

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