jueves, 14 de junio de 2012

Ahorro en dólares: ¿Inmoralidad argentina o mala praxis?

Durante los últimos días, se han escuchado reiteradas quejas por parte de funcionarios argentinos y sectores afines al Gobierno acerca de una supuesta irracional e inmoral costumbre argentina de ahorrar y determinar el precio de algunos bienes (particularmente, los inmuebles) en dólares. Uno de los argumentos exhibidos es que este comportamiento es una anormalidad argentina.

Coincido totalmente con este último comentario, ya que el ahorro en dólares en efectivo es un rasgo muy idiosincrático y no se observa en otros países. Recientemente, un estudio de la Reserva Federal indica que Argentina es el país con mayor cantidad de dólares por habitante (alrededor de 1300 per cápita). Sin embargo, la reacción del Gobierno hasta el momento ha sido enojarse con los argentinos que ahorran en esta moneda y denunciar  conspiraciones, enfoque que ciertamente no parece ser económico (más bien, parece un discurso político para la "tribuna"), ni tampoco nos conduce a entender este comportamiento e intentar encontrar una solución.

¿Por qué los argentinos tienen entonces esta preferencia por el dólar? En primer lugar, debemos tener en cuenta que la historia argentina posee reiterados episodios de devaluaciones (por ejemplo, 2002), episodios inflacionarios (la hiperinflación de 1989 es el caso más paradigmático) y violaciones de los derechos de propiedad de depósitos en dólares (el plan Bonex de 1989 y la pesificación de 2002 son los más conocidos). Esto ha hecho que la moneda norteamericana en efectivo sea percibida por el ahorrista como un activo libre de riesgo.

Pero más allá de estos antecedentes para nada triviales, el gobierno argentino ha hecho su contribución para mantener viva esta costumbre. Una de las comparaciones que se han realizado en estos días es con Brasil, país en que la moneda nacional se utiliza tanto para el ahorro como para expresar el precio de bienes inmuebles. Permítanme entonces aventurar una hipótesis acerca de la diferencia en el comportamiento de ambos países.

¿Por qué ahorra alguien en una moneda determinada? La respuesta es en principio simple: porque cumple una de las funciones básicas del dinero, ser reserva de valor. Esta característica se define en términos de la cantidad de bienes que se podría adquirir con ese dinero si se guarda por un tiempo. Veamos entonces que ha ocurrido con la tasa de inflación de ambos países:

Fuente: CEPAL (Brasil) y blog Cosas que Pasan en base a estimaciones  de inflación de 7 provincias argentinas.


Esto implica que el peso ha perdido significativamente su capacidad de compra y por ende no ha cumplido con la función básica del dinero antes mencionada. Lo mismo podemos decir si comparamos la evolución de las tasas reales pasivas (es decir, tasas de interés reales que se pagan por depósitos) en ambos países, aproximándolas a través de la diferencia entre la tasa de interés nominal pasiva y la tasa de inflación:

    Fuente: CEPAL (Brasil) y blog Cosas que Pasan en base a estimaciones  de inflación de 7 provincias argentinas.


En resumen, los argentinos que han depositados sus pesos han perdido poder adquisitivo desde 2003 hasta hoy; en cambio, la política económica brasilera ha permitido que los ahorristas de este país obtengan un rendimiento real positivo en los últimos años por sus depósitos en reales.

En los últimos dos años, la elevada tasa de inflación y la tasa de interés real negativa de Argentina han sido acompañadas de un incremento en la tasa de expansión de la base monetaria:

                                      Fuente: Banco Central de la República Argentina y Banco Central de Brasil.


Puede observarse que desde la asunción de Mercedes Marcó del Pont a principios de 2010, el Banco Central argentino ha expandido más velozmente el circulante, haciendo especialmente marcada la diferencia con Brasil a partir de 2011. En el último año y principios de 2012, ¡la base monetaria ha crecido más de un 30% interanual en todos los meses!

En resumen, el actual gobierno ha validado tasas de inflación más elevadas y una tasa de interés real muy negativa por varios años, mientras que Brasil ha logrado mantener la inflación controlada y ha incentivado el ahorro a través de tasas de interés reales positivas. En conjunción con el amplio historial de crisis económicas argentinas y la memoria todavía fresca de la depresión de 2001, son motivos más que suficientes para explicar el  distinto comportamiento entre los habitantes de cada país. Pero, ¿por qué la huida argentina al dólar recién se profundizó a fin de 2011? La inconsistencia entre los shocks externos negativos recibidos en los últimos meses, la creciente apreciación cambiaria real, las excesivas tasas de expansión de la base monetaria del último año y el deterioro de las cuentas fiscales parece ser la explicación más factible.

El gobierno argentino tiene todos los instrumentos necesarios y suficientes para superar la situación actual en el corto plazo y promover el ahorro en moneda nacional en el mediano plazo, pero es difícil encontrar una cura si el médico se niega a reconocer el diagnóstico. Bien haría en hacer caso a aquellas palabras de William Shakespeare en Julio César: "La culpa, querido Brutus, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos..."

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