miércoles, 19 de marzo de 2014

Algunos apuntes sobre crisis (Parte IV): ``Una historia de lecciones no aprendidas: el caso de la Convertibilidad argentina´´.


Una nueva entrega de Apuntes sobre Crisis. En este caso, anotaremos algunas cuestiones sobre la crisis del régimen monetario argentino Convertibilidad de fines de 2001. Si bien la presente es un comentario sobre la temática, procedimos a moldear la presentación en base al carácter de las entregas precedentes. Con el objetivo de que sea solo a modo de anotaciones muy breves sobre hechos que pueden extenderse como estilizados en la crisis financieras, cambiarias y económicas, en general, y que claramente pueden ser observados con una perspectiva actual.    

Las entregas anteriores nos han llamado la atención sobre las causas de la generación de las crisis y, al menos desde nuestro punto de vista, sobre las causas de la ocurrencia de fenómenos que guardan gran similitud y que llevan a parecer repeticiones de largo alcance. Este punto nos llama la atención enfáticamente al observar los hechos ocurridos durante los últimos meses en Argentina extendiéndonos también a Venezuela.  

Históricamente nuestro país ha tenido memorables crisis económicas que han sido el resultado de políticas en un principio correctas o bien, medidas que transitaron hacia caminos insostenibles (tal como venimos mencionando, en general, en las entregas anteriores) pero que en sus inicios se las observaba sin alarmas.

En perspectiva histórica, estos eventos fueron de diversa naturaleza: financiera, cambiaria y real; lo cual sirvieron de disparador de diversas consecuencias que se sostuvieron en el transcurso del tiempo e infligieron daños severos al sistema económico y social del país. Tal como lo notamos, a su vez, en los países periféricos de Europa desde 2011.

Desde los inicios de la globalización financiera, los países de América Latina han soportado un contexto poco favorable en materia de financiamiento y comercio. El fenómeno de la internacionalización del capital y la apertura financiera experimentados desde principios de los `80, a nuestro entender, se dieron en un contexto de dudoso acondicionamiento de la estructura productiva del país, es decir y siguiendo a Fanelli y Frenkel (1994), las modificaciones de la estructura macroeconómica indujeron mutaciones estructurales. Cualquiera sea la tipificación de ese o esos desbarajustes, el contexto macroeconómico es per se importante debido a que posee entidad causal suficiente como para condicionar las decisiones individuales de los agentes de todo el complejo económico.  Así, la modificación del perfil productivo durante los últimos diez años del siglo XX, dio origen a un cambio radical en las relaciones económicas domésticas y con el exterior.  

No hay dudas del sesgo de permanencia de la descoordinación de la política económica en los períodos anteriores a los hechos críticos. Estas condiciones llevaban inevitablemente a un escenario desfavorable para los contratos tanto de corto y largo plazo. Sin dudas, el incumplimiento directo e indirecto de obligaciones contractuales es uno de los factores mediante los cuales se infiere un marco institucional deficitario más amplio aún que el de inicio. Una configuración que se retroalimentaría con el paso del tiempo y que se plantea como un hecho estilizado.  


 Marco de la crisis:

Luego de un período de crecimiento de la producción (1991-1994) pero con dificultades debido a la crisis mexicana y su transmisión denominado Efecto Tequila hacia finales de 1994, en 1998 se comenzó a transitar por una senda de desaceleración y posterior recesión económica (Gráfico N° 1). A partir de ese año la Argentina soporto una serie de eventos desafortunados que la trasladaron, junto con las políticas desacertadas, hacia una senda de fuerte inestabilidad. Principalmente, la moneda doméstico comenzó a apreciarse respecto de sus principales socios de comercio (Gráfico N° 2), esto indujo una pérdida de competitividad respecto al comercio con sus consecuencias sobre la cuenta corriente del balance de pagos y el aumento en la restricción de financiamiento externo. A su vez, se produjo una gran reducción en los términos de intercambio. Desde el Gráfico N° 3 podemos observar la dinámica de los precios de los principales productos exportables de la región lo cual es determinante de los términos de intercambio. Exponemos una serie larga en aras de mostrar el comportamiento durante los ´90, y el comienzo del ciclo alcista desde 2005. Adicionalmente, otro hecho notable fue la devaluación del principal socio comercial, Brasil.     


Gráfico N° 1
Variación interanual del nivel del Producto Interno Bruto




Fuente: Dirección Nacional de Cuentas Nacionales, Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.



En ese marco, se sumo la ineficiencia de los planes de estabilización que se gestionaron a lo largo del período con objetivos de reanudar el crecimiento y minimizar las presiones cambiarias. Lamentablemente ninguno de ellos cumplió con sus metas, pues solo dilataron el desenlace. No obstante, sigue siendo sustancialmente aleccionador el recuerdo de los sucesos que precedieron inmediatamente a la crisis del régimen. En este sentido, no podemos olvidar que el contexto económico e institucional tiene un rol importante en todo proceso que desencadena una crisis sino recordemos la reciente crisis financiera y de deuda de los países periféricos de la zona Euro.




Gráfico N° 2
Índice de Tipo de Cambio Real. Base año 2001=100

Fuente: BCRA.
Gráfico N° 3
Índice de los principales commodities de la región. Índice de precios año 2000=100


Fuente: UNCTAD.



Hacia 1998 Argentina tenía una gran tensión política con hechos que llevaban a una fuerte crispación y limitaciones al poder ejecutivo. La renuncia del vicepresidente argumentada por ciertos sectores corruptos del gobierno alimento las tensiones. Adicionalmente, el marco económico era per se otra limitación.

El sistema de tipo de cambio rígido se había transformado en un cepo sobre la gestión de política monetaria. Luego de años en funcionamiento, la economía había perdido competitividad principalmente por a apreciación real del tipo de cambio: precios de los factores altos y poco flexibles, en un contexto donde los socios comerciales habían depreciado sus monedas.

Finalmente, el descalce de deudas privadas era importante. Las hojas de balance de los bancos, principal fuente de financiamiento, estaban caracterizadas por préstamos otorgados en dólares frente ingresos de los deudores en moneda nacional.
 
     

Características y hechos estilizados de la crisis


La combinación de las desventajas del régimen bimonetario que colapsó en 2002 junto con los fenómenos intrínsecos de las crisis de confianza  en los sistemas monetarios, respaldados arduamente en la experiencia latinoamericana de los `80 y observados en las entregas precedentes, generaron un ciclo de contracción económica, salida de capitales y desplome financiero que  proveyó una arquitectura en el sistema de préstamos poco favorable para  las necesidades del despegue posterior.

Este proceso que alimento la incertidumbre de todos los agentes de la economía, puede sentar sus bases en varios hechos estilizados, características precedentes y propias de lo ocurrido en Argentina:


§  Fuerte endeudamiento externo en un contexto de tipo de cambio fijo.

§  Escenario de fuerte desregulación en los mercados de bienes y dinero.

§  Desindustrialización y reprimarización del comercio.

§  El banco central debía mantener la tasa de interés nacional acorde a la internacional, en caso contrario tendrá una fuga o entrada masiva de capitales que terminará en una alteración del tipo de cambio. La política monetaria era ineficaz precedente a la crisis.

§  Incremento de la subocupación y relaciones de informalidad muy sensibles a cualquier shock económico.

§  Hegemonía de la economía financiera sobre la real.

§  Régimen de acumulación impulsado por inversiones extranjeras y el endeudamiento.

§  La pérdida de la competitividad vía ``precios´´ desalentó las inversiones en la cadena de producción transable lo cual restringió la demanda de préstamos.

§  El crecimiento del déficit presupuestario y los problemas de empleo erigieron  incertidumbre.

§  Los efectos desfavorables de la región, principalmente el primer efecto que generó el Tequila y la posterior devaluación del Real, alimentaron la incertidumbre del peso argentino.

§  Estructura de préstamos signada por una fuerte dolarización con empresas que percibían sus ingresos en moneda nacional y actuaban en un contexto de vulnerabilidad económica en esos años.

§  Ante el aumento de la incertidumbre, se produjo una contracción de la cantidad nominal de dinero paralelamente al comienzo de la fuga de capitales.

§  Profundizada la fuga, se aceleró la circulación de títulos provinciales (cuasimonedas) en todo el país.

§  En Diciembre de 2001, el gobierno decide congelar los depósitos denominados en dólares lo cual puso de manifiesto el caos económico y el posterior default total de la deuda.

§  Muchas entidades bancarias ante la iliquidez acudieron a los redescuentos del banco central.

§  Pesificación ``asimétrica``, conversión forzosa de los depósitos en dólares a pesos.  Indexada por la inflación, la cartera pasiva de los bancos se actualizaba por una tasa menor. Esto creo una asimetría que afectó directamente a las entidades que luego fueron compensadas por el fisco.

A estos se agregan las principales características del sistema financiero  de la década de 1990: una etapa de cambios en la cual existió un creciente rol en el sistema de pagos, índices de liquidez y solvencia razonables, exigencias de regulación prudencial y enforcement, ingresos de nuevas entidades y aumento de la participación extranjera lo cual se sostenía que imprimía un rasgo de mayor oferta tanto de intermediación bancaria, ahorro bancario e inversión que suponía un mayor desarrollo en la oferta y demanda de crédito. En términos generales, si se toma el porcentaje del crédito como participación del PIB, el sistema parece haber llegado a su máximo en el año 1998 (23% del PIB) para luego entrar en el camino de contracción y derrumbe en 2001.

El contexto de incertidumbre iniciado hacia finales de la década de 1990 junto con el comienzo de un sendero de contracción del PIB doméstico, desencadenaron un proceso negativo del agregado inversión. Los componentes Construcción y Equipo Durable evidenciaron registros negativos desde el año 1999 (Gráfico N° 4). Esto contribuyó a que el crecimiento de la producción enfrente mayores dificultades ante el intento de estabilizar la economía.

Gráfico N° 4
Inversión Bruta Interna a Precios de 1993
Variaciones porcentuales interanuales.



Fuente: Dirección Nacional de Cuentas Nacionales.

Apoyando la naturaleza procíclica del sistema financiero internacional, los componentes de inversión extranjera del balance de pagos también mostraron un comportamiento similar al que ocurría en la economía doméstica. Los préstamos del Fondo Monetario Internacional y las reservas internacionales se contrajeron a lo que se agregó rebajas en las notas crediticias de la deuda soberana.

 
Mientras que desde la instauración del régimen de Convertibilidad o Caja de Conversión (Willianson, 1995) en Abril de 1991, el sistema monetario y la economía en su conjunto habían logrado superar varios shocks exógenos: el  efecto `` Tequila´´ en 1995, la crisis Asiática en 1997, el default de Rusia en 1998 y la devaluación de la moneda de nuestro principal socio comercial, Brasil en 1999; el impacto consecuente de la crisis política en nuestro país del año 2000 impulsó y potenció la crisis del año posterior. Una vez más hay evidencia de que la dinámica monetaria depende no solo en una dinámica equilibrada de los fundamentales macroeconómicos sino de la confianza de los agentes sobre la misma. Esta causalidad se torna sustancialmente importante al observar los hechos ocurridos desde finales de 2013. 

Desde el lado monetario también se observaron dinámicas contractivas. A lo largo de 2001 las condiciones macroeconómicas y políticas generaron una creciente incertidumbre implementando un papel muy importante en la configuración y explosión de la crisis.

Como en distintas ocasiones, la cadena de pagos y la monetización de la economía se vieron seriamente afectadas. La vigorización en la caída de depósitos fue acompañada por problemas de liquidez en el sistema bancario. El sistema financiero había sobrellevado las condiciones desfavorables mediante los instrumentos disponibles: cancelación de préstamos, liquidación de encajes y asistencia del Banco Central  pero a finales de Noviembre de 2001 el comportamiento de los actores del sistema hizo que la caída de depósitos se profundice aún más y se transforme en sistémica.

Las decisiones que se desprendieron de la dinámica monetaria, llevaron a las autoridades a imponer restricciones transitorias para el retiro de dinero en efectivo de los bancos y para las transferencias al exterior, medida denominada Corralito con sus posteriores extensiones en 2002. Las medidas de política económica alteraron seriamente las reglas de juego agregando claros problemas de coordinación e información asimétrica que se replicaron, atenuando masivamente las expectativas de los agentes de todos los estratos sociales.  

Durante 2001 se produjo un traspaso de  fondos desde los  depósitos a plazo hacia las cajas de ahorro y cuentas corrientes como resultado de la incertidumbre generalizada, es decir, una modificación de carteras hacia horizontes de tiempo más cortos, uno de los hechos estilizados mencionados. Otra de las principales consecuencias y de gran similitud en la historia de nuestro país, fue que los individuos se posicionaron en forma más liquida y pasaron a considerar al dólar billete como principal fuente de atesoramiento de riqueza. A la falta de liquidez y pérdida en la calidad de las carteras de activos bancarios, se le sumo la brutal caída de las reservas internacionales del sistema principalmente durante el mes de Noviembre (U$S 4.170 millones) , respecto a las reservas liquidas del Banco Central, registraron una merma de U$S 3.340 millones a pesar de que a principios de ese mes con fines a preservar la cobertura del sistema monetario, se instó a reformar la exposición de las reservas internacionales y los pasivos monetarios, la cual consistió   en  dejar  de deducir   los importes  de los pases  activos  de  los montos  de pasivos.
   
En efecto, la evolución económica en su conjunto del último bienio 1998-2000, marcó el final del ciclo de crecimiento de los noventa y el comienzo de una progresiva caída en el nivel de actividad, tendencia que luego se profundizaría en el año de la crisis.

Todos estos hechos repercutieron sobre el posterior funcionamiento del sistema bancario doméstico y de la posición argentina en el mercado internacional. Respecto al sistema bancario, las dinámicas y la configuración que se fueron generando en el comportamiento de los agentes hacia el corto y largo plazo las cuales proyectaron las interrelaciones posteriores en todos los mercados aún en una recuperación fenomenal de todos los agregados económicos, incluidos los monetarios.

El costo de una ruptura generalizada de los contratos es bastante obvio, por lo que no vale la pena profundizar en este terreno. Si señalar que ese costo será mayor cuando mayor la cantidad y el monto de esos contratos. Fue evidente que la dolarización de los instrumentos financieros sostuvo limitaciones afectando la situación patrimonial de los agentes con la depreciación real del peso argentino.
  
El desenlace, conocido por todos, se materializó en fuertes protestas sociales de finales de Diciembre de 2001 con sus conocidas medidas y graves consecuencias.


Conclusiones:

Las crisis son eventos particulares pero, en muchos casos, similares. Indudablemente están marcadas por las características particulares de cada nación, las condiciones iniciales de las economías, el contexto internacional y las medidas de política que se gestionan las cuales están influenciadas, a su vez, por las demandas sociales y por  procesos políticos contractuales.

El caso argentino es tristemente aleccionador aunque muchos aspectos del aprendizaje todavía estén bajo el velo del escepticismo. No es posible adoptar un régimen cambiario fijo en el largo plazo sin evitar tener capacidad de endeudamiento en moneda doméstica ni mecanismo que diversifiquen el riesgo doméstico. Eliminar la incertidumbre cambiaria pocos años después de eventos de hiperinflación parecía un desafío cumplido. No obstante, los comportamientos endémicos de la economía no se deshacen en poco tiempo. 

Los daños no solo estuvieron presentes en la dinámica de la economía sino que, como principal consecuencia, socavaron la confianza de los agentes hacia el funcionamiento del sistema económico en general y cambiario en particular. No es casualidad que actualmente el precio del dólar estadounidense sea una de las principales variables de observación de los agentes económicos. En este sentido, estas consecuencias están emergidas en la realidad de varias décadas del último cuarto del siglo XX, comienzos del corriente y en la coyuntura actual.


Finalmente, los hechos descritos nos invitan, con suma cordialidad, a repensarlos en la contemporaneidad no por ser críticos sino por su similitud. 


Bibliografía:

La reseña bibliográfica se presentará en la entrega final.

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