Breves Notas acerca del origen y naturaleza de la crisis de las
hipotecas Subprime
A
lo largo de la historia, las crisis económicas han motivado una gran producción
de investigaciones que fueron resultando en un mejor entendimiento del
funcionamiento de las economías. Dinámicas que tendían a perpetuarse y súbitas oscilaciones
han puesto a prueba a muchos económicas teóricos que intentaban comprender los orígenes
y naturaleza de tales eventos. Dentro de ese conjunto de crisis hay pocas de la
envergadura de la iniciada en 2007 en el marcado de hipotecas de baja calidad
de Estados Unidos.
Desde
estos hechos notables, se esperaría que las lecciones tomadas sean también
notorias y deriven en aprendizajes, pues si apelamos a la optimización dinámica
es lógicamente deseable que en el futuro estos eventos no se reiteren. No
obstante, notoriamente lo lógico y esperable no hace la regla. Por este motivo
y en momentos donde Europa en particular y el mundo desarrollado en general, no
logran la recuperación esperada; se torna importante recordar algunos aspectos
del inicio de la crisis.
Desde
sus inicios, la crisis financiera global ha cobrado gran alcance y, seguramente,
estemos ante un evento memorable inédito,
pues se observaron disrupciones a escala mundial y de gran profundidad, y por
otro lado, lo novedoso es que se inició en el centro financiero mundial sobre
el cual muchos teníamos la idea ex ante
equivocada acerca de la eficiencia en su funcionamiento. Ambos aspectos solo
comparables con la Gran Depresión.
Con
la irrupción de la crisis, las consecuencias de un conjunto enorme de promesas rotas habían puesto en riesgo
la continuidad del sistema financiero tal cual lo conocimos. Las revisiones de
riqueza y los problemas de liquidez como consecuencia de la incertidumbre patrimonial,
anunciaban importantes problemas de insolvencia de un gran sector de la economía[1].
Con
estas características, se plantea la necesidad de realizar un abordaje en
sentido multicausal al momento de emitir
explicaciones. No obstante, la importancia de tales explicaciones, desde
nuestro punto de vista, tiene un peso relativo distinto.
- Respecto a las explicaciones
acerca del origen:
Como
lo mencionadas precedentemente, no podemos limitarnos a un solo factor
sino a varios que explicarían el origen
de la crisis global.
El
primero, de mayor peso relativo, está dado por una conjunción de dos aspectos: La
visión que otorga un papel central a la
autorregulación del mercado financiero, aludiendo a propiedades homeostáticas; conforma uno de ellos.
Adicionalmente, la naturaleza inestable
del sistema financiero vinculada con
la visión de Hyman Minsky (1986), es un aspecto determinante de las crisis
financieras, manifestado en un excesivo apalancamiento dentro de un marco de
auge previo.
En
ese contexto de desregulación, la gran expansión del sistema financiero durante
las últimas décadas tuvo como característica distintiva un cambio estratégico
en el funcionamiento de los bancos norteamericanos que fundo un espectro desmesurado
de instrumentos financieros. Se transformó el modelo tradicional de recibir depósitos y otorgar préstamos en
un modelo de originación y distribución.
El nuevo funcionamiento consiste en dar créditos (hipotecarios y otros) y
``empaquetarlos´´ para venderlos a inversores con diferente grado de
disposición al riesgo. Así, la denominada securitización
otorgaba un mecanismo central para trasladar el riesgo hacia agentes tales como
las compañías de seguros y las agencias de créditos públicas. A su vez, esto
posibilitaba la transformación en títulos más líquidos que podían ser
negociados en el mercado.
Este
proceso se transformó en una práctica muy utilizada por los bancos, un hecho
estilizado de la crisis, dando lugar a un gran protagonismo de los bancos de
inversión. Se estuvo ante una creación de crédito exuberante que, desde la
óptica de Leijonhufvud (2007), se transformó al sistema financiero en el modelo
de puro crédito de Wicksell.
A
estas características, se agrega una consecuente profundización de la opacidad del sistema. Si bien vinculada
a la información asimétrica natural de los mercados financieros, es notable el
crecimiento de los activos opacos los cuales fueron derivando en la generación
de un sistema financiero en las sombras. La opacidad de los vehículos financieros
dio lugar a problemas de información al momento de evaluar y calificar a los
mismos. Por otra parte y en ausencia de una correcta regulación, las agencias
que eran contratadas para evaluar instrumentos y entidades se vieron ante
incentivos perversos al momento de cumplir sus roles. En consecuencia, el accionar de las mismas, siendo
juez y parte, acompañó la exuberancia del mercado del crédito.
La
expansión del sistema con sofisticados instrumentos fue acompañada de una notable
interconexión entre las entidades. Esto
se observó en el impacto que tuvo la liquidación del banco de inversión Lehman
Brothers sobre el conjunto del sistema financiero internacional. Seguramente, sin
una gran red de conexión se hubiese tenido más espacio de gestión para
encapsular las dificultades del sector.
Como
se mencionó, el marco es fundamental al momento de analizar las dinámicas
económicas. El período precedente a 2007 estuvo caracterizado por una menor
volatilidad del producto y de la inflación. Se infería que los años de la
denominada Great Moderation eran el
resultado de una mejora sustancial en la
gestión de políticas, cambios estructurales o buena suerte. Como sugería
Bernanke (2004), todavía no se había llegado a un acuerdo de cuál era el factor
determinante pero no había dudas de que se estaba ante una época de mejor performance macroeconómica. En este
sentido, no podemos negar que este marco brindaba condiciones para sostener la
visión de mercados desregulados motivando los excesos dentro en el mismo.
Estos
aspectos promulgaron mayor dinámica al sesgo prociclíco del sistema en el cual
el ciclo endógeno expuesto por Minsky y los problemas de la economía política
para gestionar medidas contracíclicas en la fase de auge estuvieron nuevamente
presentes[2].
Dados
estos aspectos, resultó evidente la hipótesis de Minsky. El ciclo se inicia con
una fase de optimismo donde se genera expansión del crédito, se reduce la
percepción del riesgo y los agentes van tomando posiciones más riesgosas. En el
proceso se genera una burbuja en determinados sectores (vivienda, tecnología,
entre otros). La fase de distress comienza
ante un episodio negativo que llama la atención sobre el alto grado de
exposición al riesgo Para este caso pueden ser los datos económicos negativos y de precios del sector inmobiliario.
En este escenario los agentes comienzan a liquidar sus activos y muestran
fuertes preferencias por liquidez lo que desarma súbitamente la burbuja dando
comienzo, seguidamente, a revisiones de riqueza y grandes pérdidas. Luego de la
exuberancia irracional en la fase
inaugural, el proceso negativo se retroalimenta dando la posibilidad a que la
crisis se transforme en sistémica.
La
dinámica abordada en el párrafo anterior parece acomodarse a lo ocurrido en el
mercado estadounidense de hipotecas de baja calidad (Subprime). En términos
gráficos, la burbuja en el precio de las viviendas se hace aún más evidente:
Gráfico
N° 1: Tasa de Interés, Población, Costos de Construcción y Precios de Vivienda.
Fuente:
en base a datos de Shiller (2008).
Notamos
que la fase de euforia en el mercado inmobiliario fue la burbuja de esta
crisis. Hubo un crecimiento exponencial que no fue acompañado de un aumento en
otras variables de importancia como el costo de construcción, la población y la
tasa de interés de largo plazo.
Hacia
2007, la disminución del precio de las viviendas fue el episodio inaugural de
la crisis y el que refutó la teoría ex
ante acerca de que ``esta vez es distinto´´[3].
El escenario fue complejo dado que las hojas de balance no solo contenían elementos
mal evaluados (tóxicos) sino que muchas entidades financieras estaban expuestas
a un descalce temporal en su patrimonio: activos de largo plazo y pasivos de
corto plazo adquiridos en la fase exorbitante de apalancamiento.
Esto
reveló una marcada fragilidad patrimonial de todas las entidades con un impacto
considerable en la actividad real. Lo que pudo haberse limitado a un segmento del mercado (Subprime y ALT-A)
resultó en un choque que afectó severamente a la economía mundial.
Otra
de las explicaciones que a nuestro juicio tiene menor importancia relativa
respecto a la previamente analizada, se refiere al contexto internacional y los
errores de política económica.
Un
enfoque algo macro-estructural de la crisis lo brinda la argumentación de los desbalances
globales vinculado con bajas tasas de interés, donde las políticas económicas globales
tienen un rol central. En este sentido, Eichengreen (2006) expone que el sostenido
aumento del déficit de Cuenta Corriente de Estados Unidos tuvo contrapartida en
superávits y aumento de ahorro en países
emergentes. El exceso de ahorro de estos últimos se relacionaría en la
disminución del ahorro en Estados Unidos y argumentaría el déficit de cuenta
corriente de este país combinándolo con bajas tasas de interés.
La
tendencia de los países emergentes a trasladar ahorro a Estados Unidos generó
una gran provisión de liquidez
resultando en un marcado endeudamiento convalidado por tasas de interés
históricamente bajas (Gráfico N° 2). Sin embargo, con solo constatar esta relación no puede aseverarse el
orden de las causalidades de los déficits, superávits y nivel de tasa de
interés.
Si
bien los países emergentes, principalmente China, han actuado como subyacente
para financiar los excesos de la economía norteamericana y dado espacio a bajas
tasas de interés; hacia 2004 la Reserva Federal (FED) comenzó a revertir la
tendencia de dichas tasas a pesar de que los desequilibrios permanecían. Adicionalmente,
no se observó un aumento del ahorro a nivel mundial, pues Europa y Japón lo
disminuyeron compensado el aumento de China.
Gráfico
N° 2: Tasa de interés de Fondos Federales y de largo plazo.
Fuente:
en base a datos de la Reserva Federal.
En
consecuencia, el argumento de los desequilibrios globales como determinantes de
bajas tasas de interés se ve matizado. Como señala Machinea (2010), la
causalidad podría no ser: desequilibrios globales y bajas tasas en un escenario
de política monetaria acomodaticia, sino que las tasas de interés determinarían
a los desequilibrios.
Sin
embargo pensando en un escenario contrafáctico con un aumento de tasas en aras
de regular el mercado crédito de baja calidad, la tasa de interés no parece ser
un instrumento adecuado para la regulación del sistema debido a que no solo ya
tiene otros objetivos sino que no parece una herramienta eficaz para hacerlo[4].
De esta manera, la política monetaria acomodaticia formó parte del problema
pero no se podría otorgar la responsabilidad de una regulación laxa e
inadecuada del sistema.
Una
explicación adicional no determinante se refiere a la mala política económica
precedente. Rajan (2010) alude a que se generaron
líneas de falla (Fault Lines) que
condujeron a la crisis. Argumenta en el sentido que las políticas populistas devenidas
en una expansión monetaria con el objetivo de otorgar acceso al crédito a los
sectores de trabajadores desfavorecidos tuvieron responsabilidad. El exceso de crédito
era pensado como un camino a disminuir la mala distribución del ingreso. Puesto
que se esperaba un aumento de los ingresos y del consumo, esto no sucedió dando lugar a distorsiones en
el mercado de crédito y a que sectores que no podían afrontar sus deudas,
posteriormente se vean insolventes. Si bien la política de otorgamiento de
créditos fue importante, sin la visión de desregulación del sistema no sería
probable que la política sea decisiva.
- Respecto a la naturaleza:
En
ocasiones de crisis de gran magnitud se torna algo dificultoso identificar si
la naturaleza de la misma se relaciona con problemas de liquidez o de solvencia. Si
bien ambas definiciones no son antitéticas, es necesario identificar la misma con
motivo de comprender el fenómeno.
Si
pensamos solo en que, una vez conocidas las malas noticias, el mercado de
crédito sufrió una súbita contracción de los fondos prestables generando
problemas en la provisión de liquidez, sería una mera descripción de lo
sucedido en los inicios de la fase negativa pero no un abordaje
sistemáticamente correcto. Mientras que como lo señalan Reinhart y Rogoff
(2009), cuando se está en presencia de problemas de solvencia, no se tiene la
capacidad de pago para enfrentar las obligaciones futuras, es decir, hay un
acervo neto negativo de activos. Ante una generalización de esta situación, las
hojas de balance del sector financiero se tornan frágiles dado cualquier cambio
en el escenario.
En
los inicios de la presente crisis se produjo una sensación generalizada acerca
de la mala calidad de los activos generados en la fase positiva de
apalancamiento que fueron financiados a corto plazo. Esto motivó una revisión
sistémica en el stock de riqueza determinando serios errores de medición en la
misma.
La
consecuencia directa fue que varios fondos de inversión (Hedge Funds) afrontaran cuantiosas pérdidas no esperadas impactando
sobre importantes compañías de seguros. Esto puso en duda la solvencia de
muchos participantes del mercado afectando luego la liquidez del sistema: la provisión
de fondos no solo estaba determinada por la información asimétrica natural de
los mercados sino que ahora estaba seriamente restringida por la creciente
incertidumbre sobre la calidad de los activos que se disponían.
Los
activos tóxicos y el excesivo apalancamiento pusieron en duda la sostenibilidad
de las condiciones de solvencia del sistema. Los errores en la percepción de
riqueza determinada por el flujo de ingresos corrientes vía el endeudamiento se
materializaron en un escenario de contracción del canal del crédito y posibles
quiebras generalizadas debido a que el stock de pasivos impagables era
inconsistente con la sensación de riqueza previa. Sin dudas, revisiones
patrimoniales generalizadas a la baja derivaron en un problema de insolvencia y
ruptura de contratos de la mayoría de las entidades del mercado. El resultado
natural de los excesos previos fue una crisis de insolvencia y el derrumbe del
crédito.
Una
historia ya conocida por todos los Latinoamericanos.
Bibliografía
·
Bleger,
L., Heymann, D., Katz, S., Ramos, A. y Rozenwurcel, G. (2009), ``Crisis Global: una Mirada desde el Sur´´, Capital Intelectual.
·
Eichengreen, B. (2006), ``Global Imbalances: The Blind
Men and the Elephant´´. Issues in Economic Policy 1. The Brookings Institution,
Washington DC.
·
Heymann,
D. (2009), ``Notas sobre variedad de crisis´´. Ensayos Económicos 53-54, BCRA,
Enero-Junio.
·
Leijonhufvud, A. (2007), ``So far from Ricardo, so
close to Wicksell´´. Jornadas
Monetarias y Bancarias del BCRA.
·
Machinea,
J. L. (2010): ``La crisis económica en América Latina´´. Fundación Carolina y
Siglo Veintiuno, Madrid, Capítulos 2 y 3.
·
Minsky, H. (1986), ``Stabilizing an Unstable Economy´´.
Yale University Press. New Haven.
·
Rajan, R. (2010), ``Fault Lines. How Hidden Fractures
Still Threaten the World Economy´´, Princeton.
·
Reinhart, C. y Rogoff, K. (2009), ``This Time is
different. Eight Centuries of Financial Folly, Princeton.
[1] En
Heymann, D. (2009) encontramos una exposición respecto a las revisiones de
riqueza en el contexto de la crisis.
[3] El argumento de
Reinhart, C. y Rogoff, K. (2009) acerca del síndrome esta vez es distinto es utilizado aquí para aludir a que los
errores del pasado se han aprendido y a la creencia de la época sobre el buen
funcionamiento del mercado de hipotecas y titularización.
[4]
Katz, S. en Bleger, L., et. al. (2009).
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