Una de las lecciones que Hume nos dejó y
las dinámicas económicas limitadas.
En
una obra monumental Hume (1752) plantea la necesidad que el aumento de la
cantidad de dinero tenga una contrapartida en la economía real en aras de que
la economía de la nación sea saludable, esto es: la dinámica del sistema de
producción debe ser acompañada por la cantidad de dinero. Contrariamente, el
crecimiento de la cantidad de dinero puede perjudicar a las naciones en
términos de comercio exterior y doméstico.
El
planteo de Hume nos circunscribe a cierta contemporaneidad nacional por el
simple hecho de que el contexto actual lo remite. Uno de los aspectos que
configuran a esa realidad está dado por el fuerte aumento en el ritmo de
expansión de la emisión monetaria (mayor oferta de dinero nacional) de los
últimos meses que no se corresponde con la ampliación de la oferta productiva
ni con el nivel de uso de la capacidad instalada. En un contexto de altos
niveles utilización de la capacidad productiva, el ritmo de crecimiento de la
cantidad de dinero debería seguir al aumento de la inversión de lo contrario el
ajuste será inevitablemente por precios.
Dicho
esto, desde el segundo semestre de 2011 la economía argentina muestra una gran
desproporción entre su dinámica real y el comportamiento de las variables
nominales. A decir verdad, argumentamos que en condiciones de uso de capacidad
instalada por encima del 70%, la dinámica de las variables nominales, esto es,
los precios de los bienes y factores; está fuertemente determinada por la
economía real, en este caso por la utilización de la capacidad instalada, hasta
podríamos pensarla como un resultado de esta última. El aumento de la inversión
debido a una mejora en las perspectivas del horizonte de cualquier economía en
esa situación, ampliaría la capacidad instalada en el mediano y largo plazo y,
a su vez, sustentaría el crecimiento del dinero. Para el caso argentino, la caída de la
inversión, el comercio exterior (exportaciones netas) y, en consecuencia, la
desaceleración del ritmo de crecimiento del producto bruto interno, resultados
del último año, no acompaña la hipótesis expuesta por David Hume. Cuando esto
ocurre, el aumento de la cantidad de dinero para empujar una demanda doméstica
por encima de la oferta, perjudica la salud de la economía de un país, tal como
se viene observando en la argentina. Solo recordemos la noticia lamentablemente
novedosa relacionada a la creación de empleo en 2012, el nivel de precios y el
crecimiento económico.
Adicionalmente,
en la publicación Ficciones de la
realidad ya habíamos observado que el crecimiento de las economías
difícilmente pueden ser sostenidos por una sola variable fundamental, pues si
se intenta gestionar la política económica observando principalmente una sola
variable (por ejemplo: el consumo), el ajuste de las demás se va a dar más
temprano que tarde mediante la activación de los mecanismos de precios como la
tasa de interés, los precios de los bienes y/o servicios y los salarios.
Otro
de los puntos fundamentales a tener en cuenta, algo alejado de Hume pero que es
importante en nuestra realidad, es el error de considerar que la naturaleza de
la circunstancias actuales es permanente cuando estamos frente a una
transitoriedad extendida. La crisis financiera internacional mostró que la Gran
Moderación no fue una etapa que se podía extender en el tiempo sin extinguirse
con eventos disruptivos, es difícil pensar que las condiciones radicalmente
favorables para los mercados iban a durar infinitamente, alguien (siempre) debe
pagar la cuenta.
Sin
dudas, desde Septiembre de 2008 estamos en condiciones de decir que (entre
otras cosas): las dinámicas económicas, a pesar de que conlleven beneficios a la
mayoría, tienen un vencimiento. Con esto queremos poner sobre un escenario de
pragmatismo a la sostenibilidad de los altos términos de intercambio los cuales
han sido la principal variable que hizo, desde la adopción de un tipo de cambio
de flotación administrada y con la fuerte demanda de nuestros productos
exportables por parte de las economías de rápida industrialización como India y
China, que la restricción externa se sustentablemente holgada por este varios
años. La complacencia de pensar que estas economías conservaran el modelo de
Lewis (1973) por un tiempo que va más allá de nuestros tiempos es algo
rotundamente equivocado. Sería pensar que nuestros cuerpos tendrá el aspecto de jóvenes por
siempre.
Desde
el inicio de los tiempos, autores como Hume planteaban la necesidad de
gestionar rasgos de sustentabilidad a la macroeconomía de las naciones. Ex ante no existen las malas políticas, ex post los errores se ven y hay tiempo
para modificarlos. Creo que este es el tiempo.
Bibliografía
citada:
- David
Hume (1752); Political Discourses. En Essays
and Treatises on Several Subjects.
- Lewis,
W. A. (1973): “Desarrollo económico con oferta ilimitada de mano de obra”.
En A. N. Agarwala y S. P. Singh (comp.), La economía del
subdesarrollo, Madrid, Tecnos.
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