¿Macroeconomía de la descoordinación
o una macroeconomía descoordinada ex ante?
Iniciado el último mes del año, la economía argentina
parecería estar bajo un complejo entramado de elementos endógenos y exógenos que
promueven gran incertidumbre acerca del futuro inmediato.
Esto se hizo evidente hacia principios del último
trimestre donde se avizoraron dos grandes hechos a los que los podríamos
postular de naturaleza endógena y, en otro orden, exógenos. Si bien ambos no
son antitéticos, a los fines expositivos es deseable guardar un criterio de
separabilidad, obviamente siempre y cuando sea posible.
No caben dudas que una vez puestos en escena, estos
factores parecen amalgamarse para, posteriormente, potenciarse y converger en
una realidad que en muchas oportunidades, a los ojos de la lógica que podemos tener
cada uno de nosotros, parecería irreal y, hasta a veces, fantástica. La motivación
parecería ser encontrar el o los elementos que permiten la conformación de ese
entramado generador de incertidumbre. Por otro lado, si la realidad es inesperadamente
incierta, se obtendría ineludiblemente cierta disconformidad en la cuestión
social. En este sentido, no sería de extrañar que el tedio mismo de ciertos sectores
de la sociedad accione en el espacio público, en el reclamo como principal
subyacente de esa posición acomodada desde ese sentimiento de disconformidad.
Adicionalmente, desde aquí planteamos que el relato puede
construir realidades disimiles pero, en algún sentido, hermanas en su creación.
La búsqueda constante de una verdad que se argumenta principalmente desde una
retorica, muchas veces poco abarcativo, termina replicando hechos que forman
una antítesis de ese relato. En esa antítesis es que encontramos una
descoordinación de la realidad, un mundo desvirtuado, un sinfín de dinámicas no
esperadas. He aquí la pregunta que titula este artículo.
Es en este contexto donde la pregunta merece al menos la
identificación de esos factores acumulativos, donde el encuentro no es una mera
casualidad sino una causalidad no determinante y marginalmente expeditiva, pues
hace pocos meses grupos de personas se juntaban, citados a través de las redes
sociales, en distintos puntos del país. El objetivo era reclamar lo que, según
sus visiones, eran temas fundamentales a resolver, entre ellos estaban las
restricciones cambiarias, la inseguridad y la inflación.
Sin dudas, algunos de los temas que se mencionaban siguen
siendo muy importantes para la sociedad en su conjunto. Por una parte, la
dinámica inflacionaria, la cual ya ha conformado un régimen de alta inflación, es una distorsión negativa que afecta directa
e indirectamente a todo el tejido social doméstico y; por otra, las
restricciones cambiarias afectan directamente a no todos pero, indirectamente,
a la mayoría de los habitantes de nuestro país.
Por otra parte con una esencia principalmente externa, semanas
atrás la estrategia de los tenedores
coorporativos de bonos nacionales que no se habían acogido a las
reestructuraciones llevadas a cabo en
los años 2005 y 2010, generó dos hechos desfavorables para nuestro país. El
primero fue el embargo de la fragata Libertad en el puerto de Tema (Ghana) y,
el segundo (con mayor importancia), el juez de primera instancia
estadounidense, Thomas Griesa, ordenó a la Argentina a pagar el total que
reclamaban los fondos de inversión especulativos MNL Elliot, Aurelius, Blue
Skay y otros. Un monto de alrededor de 7.000 millones de dólares. Decisión
doblemente llamativa. Los juristas especializados criticaban la instalación del
``innovar´´ y, desde la lógica histórica, la novedad no estaba dentro del
esquema de comportamiento decisorio que se venía observando en el juez. El
lector podrá pensar que la decisión del juez Griesa es un hecho raro, un Cisne
Negro. Intentaremos que tal hipótesis sea refutada más adelante.
La decisión del juez de la cámara de primera instancia
norteamericana podría entenderse como un evento exógeno que las autoridades de
política económica local no pueden manejar. Sin embargo, el accionar del juez fue
criticado debido a que fue visto como una respuesta a las declaraciones de funcionarios
argentinos ex ante su sentencia lo
cual pondría cierta duda en postular como un hecho netamente exógeno como
también, y no menos importante, una conducta fuera de los límites de la
racionalidad[1].
Si observamos otros que se han dado en los últimos años,
es evidente que la hipótesis del shock externo queda algo invalidada. Tan solo
enunciar el sostenido aumento de los términos de intercambio en el sector
agropecuario el cual local sí lo podríamos notar como un evento inmanejable, no
premeditado; no podemos influenciar en la tasa de crecimiento de los habitantes
que se trasladan desde el empleo rural al sector industrial lo que hace
necesario un incremento en la demanda de los productos exportables nacionales.
La decisión judicial tuvo consecuencias económicas de
corto plazo derivadas, principalmente, de la volatilidad financiera. Durante
esos días observamos una caída en los valores del mercado de bonos, hecho que
se canalizó con fuertes movimientos en los precios de los instrumentos
financieros y el riesgo país, pues se temía que un default técnico fuera casi
inevitable.
Si nos trasladamos al campo de los factores endógenos, la
política económica nacional encuadra claramente. Con posibilidades de modificación
ante tendencias que alejan al ciclo económico objetivo y, a su vez, con elementos
que pueden empujar la dinámica hacia objetivos macroeconómicos determinados. No
obstante, ante la aparición de choques externos, los elementos de política se
tornan determinantes para evitar comportamientos macroeconómicos no deseados.
Por lo tanto, los factores que han iniciado un ciclo de
incertidumbre en la economía interna parecen gestarse de forma foránea como
dentro de nuestro país. Mientras que a un factor lo postulamos fuera de alcance
de los encargados de política económica, es decir, en este caso una externalidad negativa para la economía
doméstica; las medidas para sostener algunas variables de la economía y otras,
como la creciente tasa inflacionaria, por la que parecería que no son tomadas en
cuenta por la gestión de política económica, se clasifican como endógenas. En
este escenario, se desprende la existencia de un set de factores de
incertidumbre que está en el horizonte nuestro de cada día y que sea hace cada
vez más difícil eludir.
Como al inicio del brillante libro de Mario Vargas Llosa,
Conversación en la catedral (1973) ,
voy a tomar la pregunta que se hace uno
de los personajes principales, Santiago, con una pequeña modificación: ¿En qué momento se ha jodido la Argentina?.
La pregunta puede ser dramática pero encierra en ella misma la presencia del
factor tiempo y de otros factores que disparan el deseo de ensayar una
respuesta: un factor interno, determinado, evitable (quizás); y otro externo,
incierto, no conocido, inevitable. Es dable destacar que el momento es el
resultado de un proceso el cual se hace casi quimérico identificar el principio, la acentuación, los eventuales
cambios y el camino hacia el fin. Nuestra convicción es tratar de agregar algo
a la realidad de estas semanas donde todo cambia sin anuncio y coordinación.
Si la Argentina ha crecido de forma sostenida desde mediados
de 2002, con alguna pausa en 2009, qué ha ocurrido que estamos viviendo en esta
realidad incierta, casi dramáticamente fantástica, como escribimos al principio.
Al observar el espacio temporal mencionado, casi todas
las variables que componen las cuentas nacionales como la demanda de bienes y
servicios junto al empleo, dinamizaron el crecimiento económico.
Desde el lado de la oferta, la dinámica fue notoriamente menor.
Si bien la formación bruta de capital creció, no lo hizo en las proporciones
requeridas para signar sustentabilidad temporal a las tasas de crecimiento
económico. La disparidad en el crecimiento de los factores que conforman la
formación bruta de capital fijo, tales como construcción y la adquisición de
maquinarias y equipos nos debería llamar la atención ya que ha contribuido a
activar la dinámica de precios.
Las medidas de política económica caracterizadas por un
empuje de demanda constante junto con el fuerte ingreso de liquidez proveniente
de nuestros productos exportables fueron los principales factores que grafican la
gestión de política.
La historia económica mundial evidencia que es
fundamental dotar a la economía doméstica de una creciente demanda no solo como
efecto económico a través del multiplicador enunciado en la teoría keynesiana
sino también como un mecanismo gradual de inclusión social de los sectores
vulnerables de la sociedad. Por otro lado, ésta inclusión masiva al consumo
tiene efectos negativos frente a una oferta menos dinámica. En consecuencia, la
tensión debe traducirse en movimientos de precios de los bienes y los factores:
las presiones salariales y los precios domésticos que se evidenciaron en los últimos
años fueron el resultado y elementos preponderante de una macroeconomía de la descoordinación
entre la oferta y la demanda, en lugar de acuerdos intencionados, en sucesivas
ocasiones, como la mesa de acuerdo entre empresarios y asalariados que algunas
vez se intento gestionar.
Adicionalmente, los problemas de provisión de energía
eléctrica, gas para la industria y para algunos sectores residenciales fue una de
las consecuencias directas de la política de aliento a la demanda de consumo. Durante
este año esos problemas parecen agravarse. Los últimos días observamos interrupciones
masivas en el servicio de energía eléctrica residencial y de agua. La principal
causa, no solo fue un aumento muy fuerte en el consumo derivado del shock
climático (exógeno) que hizo que las temperaturas fueran suprapromedialmente
elevadas; sino que debemos incluir, nuevamente, el continuo sostén endógeno a
la demanda a través de la emisión monetaria y el aumento del gasto público en
ausencia de medidas financieras para captar el ahorro doméstico.
Este proceso económico, si bien hacia los primeros años
fue positivo, ha dado paso a una gran
divergencia en los principales de la macroeconomía con la necesidad de algunos
cambios inevitables como la corrección de la tasa inflación y la inevitable brecha
cambiaria.
Si queremos fundamentar, desde el análisis económico, el por
qué la descoordinación; podemos citar el
estadio económico de los países vecinos. Lamentablemente no llegamos a
comprender las motivaciones que tienen las autoridades nacionales para
implementar medidas sustancialmente distintas a problemas, sociedades y
sistemas de producción de gran similitud al observar a los demás países de la
región. En tales naciones, se logro minimizar la incertidumbre con una política
económica coordinada en comparación a la Argentina donde aún tenemos tasas de
crecimiento algo superiores pero con un régimen
de alta inflación. Esto es evidente
y, a la vez, paradójico.
Las políticas implementadas por los vecinos que, a la
vista de todos, han tenido éxito al menos en el corto y mediano plazo. Ante las
presiones en la dinámica interna de precios como consecuencia del efecto
demanda como así también el fuerte crecimiento en los precios de los
commodities agrícolas, otros países han apelado a medidas contracíclicas como
el suavizamiento y eficiencia en la aplicación de los ingresos fiscal como
pueden ser los fondos específicos y, a su vez, por las políticas del control de
la inflación.
Este grupo de países que podrían estar representados por
Perú, Uruguay y en cierta medida también por Brasil, mostraron una tendencia a
la consistencia de la política fiscal y monetaria de acuerdo al contexto
económico vigente. Sin embargo, para estos últimos dado que se encuentran
relativamente más insertados en el sistema financiero mundial, existen otros
problemas ex post, como la eventual contracción del crédito externo si el
escenario de desbalances globales tiende a la corrección aunque este escenario,
en esta instancia temporal, es poco probable.
Las características mencionadas de las políticas
implementadas bajo similares problemas parecen ser de dos mundos distintos. Una
vez más, como en otros momentos de la historia, la descoordinación macroeconómica de este lado
del planeta no parece solucionarse sin los incentivos necesarios en cada uno de
los países. La complementariedad estratégica de las medidas es una de las
mejores opciones de que se dispone. No obstante, la región debe solucionar
problemas estructurales como la pobreza e indigencia de una gran parte de su
población.
Sin embargo, la respuesta merece un sustento más. Resultaría
inverosímil si solo aludimos a argumentos netamente economicistas, los cuales
son valiosos y continuamente interesantes, pero todo tiene otro lado, el lado
de la política es consagrado como un gran elemento causal que está cerca de la determinación.
Las formas de gestionar política se han modificado a lo largo de los últimos
diez años llegando a un lugar situado casi en las antípodas al observar los
países con mayor estabilidad y certidumbre.
Desde este punto podemos finalmente situar a la retórica,
a la construcción de la realidad con sus positivos y sus negativos; seguramente,
al inicio, con argumentos loables como el bienestar agregado de la sociedad pero
cuando la construcción intenta desviarse de la realidad por mucho tiempo, los
objetivos loables comienzan a tener grietas y cuestionamientos. Se inicia un
camino en un corredor diferenciado de la realidad que nos lleva a chocar las metas
enunciadas con precedencia, tornándose como un elemento exógeno, ajeno a lo que
podemos controlar. Desde aquí se mezclan los factores externos e internos,
parecería que se convierten en uno solo, en ese cúmulo de incertidumbre.
El camino del discurso crítico per se a los hechos criticados tiene grandes probabilidades de
convertirse en un shock negativo. Es esto lo que ha sucedido con las decisiones
que, al inicio, propusimos como un choque exógeno. El comportamiento agravado
del discurso puede dar señales a los que deben tomar decisiones ajenas a
nuestro set de elementos. Al juez Griesa algo lo motivó a fallar
irracionalmente en contra de la Argentina, los grupos auto-convocados de
personas en el centro porteño fueron empujado por algo más que el mero reclamo.
El desacuerdo respecto a ciertas decisiones que parecen
no tener marcha atrás a pesar de reconocerse equivocadas en la realidad real ha
llevado tanto a foráneos como a compatriotas hacia la reacción con el intento
de ser escuchados. Esto no es gratis en la economía. El costo de la
descoordinación lo pagamos todos.
[1] No
solo en economía notamos comportamientos irracionales solo que en esta ciencia poder
notarlo es aleccionadoramente interesante.
Muy bueno Tincho. Primero, un comentario sobre el fallo del juez Griesa... como bien dejás bajo sospecha, el fallo fue totalmente endógeno. Teniendo en cuenta la ignorancia que implica haber leído solo algunos fragmentos aislados del fallo y no el fallo completo, es claramente una respuesta a las declaraciones de los funcionarios argentinos en los días previos y ni siquiera se preocupa por ocultarlo. En este sentido, si no hubiera habido declaraciones estas declaraciones, creo que el fallo se hubiera dilatado o hubiera tenido otros términos y consecuencia más leves. A su vez, destila irracionalidad económica por donde lo veas... la definición de pari passu que utiliza es cualquier cosa menos "igualdad de derechos y obligaciones en relación con otras deudas similares de un mismo emisor". Ojo, va con aclaración, la segunda consideración es en contra del juez... pero la primera no es solo en contra del accionar del gobierno argentino, sino también del juez que "endogeneizó" su fallo. Por otro lado, la crítica al juez solo sirve para la "tribuna"... para mi, de nuestro lado, lo único constructivo que podemos hacer es preguntarnos que hicimos para crear las condiciones que llevaron a Griesa a emitir semejante fallo judicial.
ResponderBorrarPor último, el tema de la descoordinación macroeconómica es fundamental. Hace ya 4 años escuchaba al gran Heymann hablar de esto... un gobierno que gasta y emite todo lo que sea necesario para sostener la demanda agregada a cualquier costo, le está dando una señal clara a quienes fijan precios y salarios de que la tasa de inflación al menos no va a bajar.
Gracias Nico.
ResponderBorrarSi, sin dudas. Recuerdo que había una facsímil en Ámbito y se lo leí como totalmente en contra al comportamiento que venía teniendo este juez, sumado a que muy bien no le hace a EEUU. En ese momento hasta la FED salió a respaldar a Argentina, lo cual hace a la profundización de las sospechas.
Creo que si el gobierno se hubiera llamado al silencio o una declaración más acertada, nada de esto hubiera pasado. Con las declaraciones, es como si estaríamos llamando al desacato. Me parece que fue un grave error no forzado.
Buena observación es más, el discurso para la tribuna vuelve con efectos negativos. A veces tenemos que tolerar a la gente que no nos cae bien para ahorrarnos costos...., la vida misma aplicada a la política económica.
Si, es verdad; y encima dilatar el problema hace que la solución sea más dolorosa. Esperemos no tener que llegar a una solución de mercado, ahí si no nos van a pedir permiso ni servirá una cámara de segunda instancia.