Luego de la reunión de
presidentes y primeros ministros del G20 en Buenos Aires, la mayoría de las
personas se puede preguntar qué tan complejas son las relaciones económicas en
general y en particular el comercio. China y Estados Unidos tienen un peso relativo
al momento de determinar la coyuntura
económica mundial y, en esa función, las tensiones que pueden desarrollarse
ante la ausencia en la convergencia de perspectivas sobre el comercio mutuo.
Esto configura niveles de incertidumbre que
afectan la dinámica de la economía internacional materializándose, en primera
instancia, por el lado financiero: actualmente se han observado reacciones
abruptas en los mercados bursátiles que, dependiendo de su consistencia
temporal, pueden generar efectos no deseados sobre otras variables económicas
tales como los flujo de inversiones y sus consecuencias sobre la economía real.
Sin dudas la complejidad de los
fenómenos económicos determina dificultades sobre posibles intenciones de
afectar procesos o variables económicas.
La decisión repentina de un presidente sobre una modificación en la estructura
de aranceles comerciales no solo altera el flujo comercial sino, más temprano
que tarde, los efectos pueden trasladarse hacia el canal del crédito. La
activación espontánea de una red de causalidades sobre un proceso económico
determinado pone de manifiesto la complejidad en el plano socio-económico y
determina replicas no anticipadas de dichas causalidades. En este orden, si la
red se amplifica al escenario internacional, gestionar políticas de estabilización
y minimización de daños hace necesario una cantidad adecuada y alcance efectivo
de instrumentos. Sin dudas, es una posible caracterización de la coyuntura
actual expresada desde las diferencias China-Estados Unidos.
La región, en general, y Argentina,
en particular, no se encuentran en libre albedrío internacional respecto a ese
escenario. El canal comercial y de crédito son aspectos sustanciales sobre la
coyuntura de los países, esencialmente ante eventos de crisis de larga trayectoria: escenarios de caídas profundas
del nivel de actividad en contextos de restricciones financieras y de alcance largamente expandido, pueden
accionar sobre configuraciones macroeconómicas de características contractivas
las cuales, ante su posible perpetuación y multiplicidad de efectos, pueden
derivar en perturbaciones estructurales (Stiglitz, 2015). Es por esto que la
configuración de la estructura económica y las condiciones iniciales en el caso
de economías como las emergentes (Latinoamérica es un caso) son, casi
naturalmente, sujetos pasibles de contagio y replicas en sus estructuras
internas. Notoriamente, el llamado de atención tradicional está relacionado en
la génesis de los eventos por sobre los
efectos de sostenimiento y expansión de las perturbaciones. Destacamos que esto
es un error preponderante al momento de efectuar los análisis y diagnósticos.
Ante esas consideraciones, los
hacedores de política económica de estos países están inmersos en desafíos de
doble marco. Por un lado, el marco internacional es una fuente de generación de
ciclos económicos domésticos con potenciales replicas. El caso de una suba en
los niveles del tipo de interés afecta el ciclo expansivo del crédito y, a su
vez, el financiamiento de la continuación y/o futuros planes de inversión con
sus consecuentes efectos sobre la demanda agregada. Mientras que en el caso de
una disminución de la demanda internacional de ciertos bienes, puede afectar,
en distintos niveles de profundidad, el saldo de la cuenta corriente del
balance de pagos de algunas economías y, así, generar un ciclo restrictivo
sobre la cuenta financiera (frenazos de influjos de capitales, disminución neta
de activos internacionales, retracción del acceso al crédito internacional
público y privado, etc.). Ambos casos pueden activarse simultáneamente
desencadenando, en esa instancia, disrupciones profundas, de gran alcance y, en
consecuencia, desequilibrios que configuren
crisis económicas sostenidas donde los errores, ex ante, de políticas
económicas sean notables: creencias no sustentadas por la realidad y
comportamientos acomodaticios, se transforman en aspectos relevantes al momento
de estudiar fenómenos de crisis (Heymann, 2009). Ante situaciones de esas
características, se observan efectos coyunturales de corto plazo y posibles
efectos sobre la estructura del sistema económico que dependerán de la
consistencia del shock dado el nivel de resiliencia de las economías.
Por otro lado, el marco interno
se transforma en un factor vulnerable y con cierto grado de independencia
temporal respecto a la recuperación pos crisis. La economía doméstica puede
transitar de un espacio de estabilidad y crecimiento hacia un proceso de caída
de la actividad económica y contracción de los flujos financieros, éstos
últimos determinados por modificaciones en planes de inversión y composición de
cartera de activos en detrimento de la moneda nacional. La dinámica interna de
esas economías, en el contexto de shock exógeno, es diferente. Ese marco de
mayor fragilidad, presente en las economías emergentes, configura condiciones
para que los efectos de un evento disruptivo sean más profundos y de mayor
alcance. En mercados donde los agentes se enfrentan a condiciones disimiles y
marcadas distorsiones de precios, los efectos de una desaceleración abrupta de
la actividad económica van a determinar ex post consecuencias que difícilmente converjan
rápidamente a los efectos esperados de las políticas de estabilización. Por el
lado financiero se observa que, en ese contexto, no todos los agentes tienen
acceso al sistema financiero lo cual va a recortar la eventual capacidad de
suavizar el ciclo de caída de la actividad. Ante un nivel escaso de profundidad
del sistema financiero, esas economías notan sesgos inflacionarios y
racionamiento del crédito que tienen consecuencias redistributivas
desfavorables, agregando otra fuente de efectos expansivos de shocks negativos.
Adicionalmente, otro de la fuente
de dificultades que se destacan en sistemas económicos que responden a esas
vulnerabilidades, es la velocidad de los ajustes esperados. En este sentido
notamos que el efecto temporal de una política de estabilización es
sustancialmente importante, pues determina la posibilidad de minimizar el
contagio hacia otras economías y dentro de la misma. Sin dudas, la velocidad de
los efectos está ampliamente determinada por las características mencionadas.
El
entorno de complejidad intrínseco de los sistemas económicos se agrega a esos
factores impulsando fuera del corredor de
estabilidad a las economías (Leijonhufvud, 1981 y 1997). Inevitablemente, entornos
de complejidad pueden configurar eventos no esperados pero principalmente replicas
y sostenimientos de los shocks soportados que disparen shocks de naturaleza
endógena. La mencionada complejidad de los procesos macroeconómicos
determinados por una multiplicidad de decisiones de individuos heterogéneos que
divergen del comportamiento estándar de los modelos económicos, son fuentes
notorias de inestabilidad que, hasta la crisis financiera internacional de
2008, no fueron observados con la importancia adecuada.
En suma, procesos naturalmente
complejos sumergidos en eventos contractivos, ciertamente van a determinar que
los efectos sean de mayor alcance y sostenimiento, es decir, de larga
trayectoria. Por lo tanto y en esas circunstancias, la intensidad y sintonía
fina de las políticas de estabilización se deben tornar más agudas lo que
determina grados de libertad menores: menor espacio de gestión de políticas
ante demandas sociales en aumento. Es de esperar que, en el corto plazo, se
intente suavizar dichos efectos, desafío nada sencillo, ya que, de lo contrario, la estructura para el
desarrollo estará cada vez más distante de nuestro tiempo y corredor
macroeconómico.
Bibliografía
Heymann, Daniel (2009), Notas
sobre variedad de Crisis, Ensayos Económicos (Enero-Junio, 2009), B.C.R.A.
Leijonhufvud, Axel
(1981), Information and Coordination: Essays in
Macroeconomic Theory, Oxford University Press.
Leijonhufvud, Axel (1997), Macroeconomic and Complexity: Inflation Theory, en Brian Arthur,
Steven Durlauf and David Lane, eds., The
Economy as an Evolving Complex System II, Santa Fe Institute Studies in the
Sciences of Complexity, Vol. XXVII. New York: Addison-Wesley.
Stiglitz, Joseph E. (2015), Towards a General Theory of Deep Downturns, NBER Working Paper No.
21444.