domingo, 17 de abril de 2016

Lebacs y el "efecto desplazamiento" de la política monetaria

Un poco tarde, pero comparto nota publicada el miércoles pasado en El Economista. Comentarios, observaciones y críticas son bien recibidos.




miércoles, 6 de abril de 2016

Necesidad de reglas y objetivos claros en un plan de estabilización económico: algunas apuntes sobre nuestra actualidad.

Es natural que los países que han sufrido desajustes en las cuentas públicas e inflación en niveles altos desde varios años atrás se establezcan en períodos de ajuste de sus fundamentales macroeconómicos, generadas desde las distorsiones inflacionarias; recesión y ajuste en el nivel de empleo. Esta dinámica es notable en las denominadas crisis del Cono Sur de América en las décadas de 1970 y 1980 y, más cercano a este tiempo, el caso actual de Grecia.

Si bien, con diferencias en alcance y profundidad, Argentina no fue ni es la excepción a la regla. Desde el año 2011 se han observado muchos de esos aspectos: recortes del nivel de actividad y del empleo, fuerte disminución de los superávits en las cuentas públicas desde los cuales se evidencia el déficit cuasi-fiscal (consecuente fragilidad patrimonial del Banco Central debido a los préstamos al gobierno nacional) y la aceleración de las tasas de inflación. No obstante lo cual, tras el cambio de administración de gobierno de Diciembre de 2015, a los desafíos que genera esa situación, emergieron otras preocupaciones que pueden transformarse en elementos que direccionen a la economía hacia un sendero no deseado de inestabilidad y mayor recesión.       

En ese sentido, el escepticismo observado tras las decisiones de la nueva administración se argumenta desde la incertidumbre y la sensación de vaso medio lleno sobre el proceso de reformas. Esto, si bien puede ser tomado como una sutilidad para algunos, debe ser notado por los hacedores de  gestión de la nueva administración ya que la eficacia de los efectos de un programa de estabilización sobre variables de relevancia depende sustancialmente de la credibilidad en la política aplicada. Estos aspectos se pueden relacionar con varios interrogantes que se vienen planteando desde distintos sectores tales como: ¿El nuevo gobierno podrá bajar la tasa de inflación promedio del más del 30% anual de los últimos años? ¿El acuerdo con los holdouts tendrá consecuencias en el mediano plazo sobre la inversión productiva?, ¿La política monetaria podrá estabilizar la volatilidad del tipo de cambio de los últimos días sin perder reservas necesarias para proveer al comercio exterior?   
Planteos que se pueden abordar desde una perspectiva económica macro, pues la discusión sobre credibilidad de la política económica muchas veces se enmarca en la dicotomía reglas versus discrecionalidad en la administración de los recursos de un país. Para el caso argentino, el manejo discrecional del gobierno anterior sentó las bases para el contexto de incertidumbre actual sobre el corto plazo y la sensación de inefectividad mencionada en algunas medidas del gobierno. Entre estas medidas podemos citar: la modificación de la estructura tarifaria de los servicios públicos limitando su impacto sobre sectores de ingresos bajos, la eliminación de las restricciones sobre las operaciones con divisas y la necesidad de establecer un ancla sobre la aceleración inflacionaria.

A pesar de sus posibles efectos desfavorables sobre la distribución del ingreso, el aumento de las tarifas de servicios públicos es considerado uno de los pilares del sinceramiento de la economía dadas las distorsiones que se observaban. Por otro lado, la salida del denominado cepo cambiario fue necesaria y generó cierta certidumbre en el mercado de cambios. La promesa de liquidación de divisas por parte de los exportadores fue un aspecto positivo para el mercado. Sin embargo, los instrumentos disponibles de la política monetaria para establecer un ancla nominal como lo fue el tipo de cambio en 1991, son limitados. En este sentido, los posibles acuerdos y controles de precios junto con el ajuste de la tasa de interés tienen diversos efectos dependiendo del contexto donde se los aplique. A saber, el aumento de la tasa de interés puede desacelerar la dinámica inflacionaria pero, como lo observamos en 2014, a expensas de frenar aún más la actividad económica. A su vez, la necesidad del sinceramiento tarifario aplicado puede provocar otra ronda de inflación similar a la que se generó a la salida del cepo, ya que las expectativas, al situarse en niveles altos, canalizan mayor inercia inflacionaria sobre el mecanismo de precios. Entretanto, no parece definirse taxativamente si el posible acuerdo con los acreedores externos puede generar financiamiento efectivo para la actividad económica o, por el contrario, solo inversión financiera de corto plazo. Es decir, un set de medidas que hasta el día de hoy parece promulgar algunas dudas sobre su efectividad.

Dados esos aspectos, el desafío que tiene el gobierno actual no solo está en evaluar la coyuntura actual sino, es de gran importancia, plantear un plan de estabilización concreto con reglas y planes de acción que generen credibilidad a si mismos ya que algunas modificaciones realizadas de la política económica están teniendo efectos débiles o, por el contrario, opuestos a los que se esperaba.
El intento de establecer cierto grado de certidumbre en economía, en muchas ocasiones no solo está en una evaluación del pasado reciente sino en establecer ciertos marcos y objetivos claros de política dentro de un plan económico concreto que accione para el cumplimiento de las metas. Esto, observando lo que ocurre en nuestra economía, no es posible aseverarlo.